El corazón.
La parte más dolorosa de la persona, del ser humano.
La parte más sentimental, más rota, más herida, más provocada, más tentadora, , más ilusionadora, más soñadora, más irrealista...
Tan enamorada, y tan sufridora, culpable de cada lágrima derramada por el simple hecho del daño que nos hacen.
Tan pequeña y a la vez tan grande que a veces ni cabe en el pecho, y otra veces está tan estremecido que ni se puede apreciar.
El lugar más bonito sin dudarlo, ni la mirada, ni cualquier rasgo físico podría superarlo, es el lugar más gratificante, pacífico, cariñoso, es tan dulce y a veces tan celoso y rencoroso, pero nunca podría hacer daño a nadie, es tan sumamente incapaz de provocar dolor. Tan contradictorio a nuestra propia mente, que si la mente te dice algo, el corazón te dirá todo lo contrario, depositamos toda nuestro confianza en él y a veces nos acaba decepcionando. El corazón, nadie podría vivir sin él, tan profundo como una mirada enamorada, tan especial como la Navidad, tan increíble que por muchas veces que lo rompas sigue ahí.
