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Era un Día Cualquiera.

Era un día cualquiera. Fútbol, cañas, buena compañía. Un día que yo necesitaba para desconectar un poco de la rutina. Desconectar de todo y de todos, de sentirme más y más vacía con cada chico que venía, de esos que dicen ‘te quiero’ y luego te la lían. Un día para olvidar las ilusiones rotas. Sólo una tarde de chicas, sin más. Recuerdo además, que fue justo el día anterior, cuando decidí que no valía la pena seguir sufriendo, que no quería más chicos en mi vida, que me iba a centrar en los estudios. Y entonces, como si una broma del destino se tratara apareciste tú. Te sentaste a mi lado, me sonreíste y se me calló el mundo al suelo. Comenzamos a hablar, pasaban los días, y así como si de fichas de dominó se tratara, a cada palabra que decías, yo caía más rendida. Más rendida a la idea de intentarlo, de olvidar lo que me decía la razón, abrirte mi corazón. Ese órgano en el lado izquierdo de mi pecho, ese mismo órgano tan lleno de los sentimientos que me quedaron por demostrar, que apenas tiene espacio para los que otros me quieran dar. Y aquí estoy, más vulnerable que nunca, con la incertidumbre de no saber qué pasará; con la esperanza de que esto salga bien y el miedo a que salga mal. Aunque dicen que es más importante la historia, que el final.
Anitah01 de noviembre de 2014

2 Comentarios

  • Polaris

    Dicen no, es más importante, vive ese amor maravilloso, segundo a segundo, y no mires, ni hacia delante ni hacia detrás, vive, eres dichosa por estar enamorada y por poder enamorar.


    Te deseo suerte.

    Pol.

    03/11/14 11:11

  • Anitah

    Muchas gracias, espero que esta sea la buena.
    Besos.

    07/11/14 09:11

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