Siempre en la misma esquina como esperando algo, observando todo, la soledad lo acompañaba.
Aquel simpático viejito viendo el tiempo pasar, su mirada tan triste, tan alegre.
Pasaban días y días, semanas y semanas, y el siempre allí.
¿Qué esperaba? No se,
¿Quién lo sabe? Solo el talvez.
Una mezcla de simpatía, ternura y lastima me obligaron a acercarme poco a poco a el.
Amigos no hicimos con el tiempo, charlábamos largas horas sentados en aquel banquillo, pero a pesar de estar acompañado parecía sentirse solo
Ese corazón esperando algo
¿Qué? Nunca se lo pregunte.
Con el tiempo el anciano dejo de ir a aquel banquito, comencé a sentirme solo, pero siempre pasaba por esa esquina para ver si el estaba allí.
Y ya, de pronto, deje de preguntarme lo que el esperaba
Muy bonita narracion, muy inquitante para el corazon tuyo, sin embargo
debias haberle preguntado, porque a veces un solitario/a en un banco del parque, es alguien que espera compartir y alivianar sus cargas Me encanto tu narracion, es muy humana.