Paseando un dia estaba
por un camino angosto
y por delante de mi,
un hombre enjuto y viejo.
Le pregunte donde iba
por tan angosta pedrera,
y con sueve voz me dijo
a visitar a mi Dulcinea.
¿pero como vive aqui?
en este inospito paraje,
y una leve sonrisa
dibujo en su semblante.
No, ya no vive
la enterrè yo con mis manos
cincuenta años juntos
y ahora separados.
Sorprendido y confuso
le segui su lento paso,
hasta llegar a una tumba
llena de flores y encanto.
El hombre se puso hablar
a su querida Dulcinea
y parecia escucharle
al ver su cara lisonjera.
Yo calle por un momento
y no pude remediar
el preguntarle si la oia
o era su imaginar.
Su respuesta contundente
me dio mucho que pensar
me dijo, cuando se quiere
siempre puede uno hablar.
A travès de esas piedras
ella siempre me contesta
me da vida, me da encanto
y yo, mas enamorado bajo.
Ya de vuelta, cuesta abajo
yo solo hacia que pensar
que cuando yo muera
haya alguien que me quiera hablar.
Preciosa historia hilvanada con versos certeros.
Saludos.