El Dr. Grote
Conocí a Elne en la cárcel Blackwoods luego de llegar allí por haber violado varios de los pactos que definen a la sociedad. Nunca imaginamos que por coincidencias de la vida entraríamos y saldríamos de la cárcel al mismo tiempo.
Vivimos dos años en es fría celda que en principio no solo generaba un ambiente de desconfianza entre un asesino y un abusador sexual, ya que sumado a los continuos rumores de nuestros actos los guardias afirmaban que tarde o temprano alguno iba terminar con un fierro enterrado por la noche. La verdad luego de cierto tiempo estos comentarios me generaban gracia ya que luego de charlas sostenidas durante las 23 horas del día que estábamos encerrados, logramos conocer que en realidad ninguno era aquel psicópata que los guardias anunciaban a los demás reos. De hecho Elne resulto ser un gran hombre al que los rumores tachaban de pedófilo, aunque en verdad se había visto encerrado en muchos malentendidos que le constaron su libertad y su carrera como pediatra.
Para mí la amistad con él fue tornándose perfecta como distracción ante la nula activad de la cárcel, termine apodándolo como el Doctor Grote, apodo que me valía para generar una ambiente de camaradería con Elne y más comentarios de los guardias al suponer quien se lo había enterrado a quien. Después de todo, la fama que acompaña a los hombres negros no se aleja de sus encantos
cómicos, ya que resultan ser personas muy alegres aun en templos de tristeza como lo era Blackwoods.
En mi mente y en mi sentencia mi vida estaba limitada hasta la muerte a las cuatro paredes, a los barrotes y a la compañía del Dr. Grote, pero en realidad luego de solo 23 meses y 4 días, la fortuna de mis padres logro comprar mi inocencia. Fue realmente un choque de emociones, porque saber que mi vida tendría una nueva oportunidad me generaba una felicidad inmensa, pero surgía a su vez una tristeza más grande por abandonar a Elne luego de meses de compañía.
En la lucha entre felicidad y tristeza triunfo la tristeza, ya que ante mi salida trasladaron a la celda a otro asesino quien no dudo en dar fin a la vida de un hombre quien bajo un rumor de pedófilo generaba desprecio entre aquellos reos que ya no tenían ninguna posibilidad de libertad y que simplemente no tenían ninguna cosa que perder ante su idea de impartir justicia.
Aún no había puesto un pie en la libertad cuando Elne salió a la par conmigo, aunque con el pequeño detalle de que él ya estaba muerto.
Miguel Ángel Moreno Barajas.
