Un caracol cruzaba la calle con el propósito de llegar al patio de una casa que estaba enfrente y donde le aguardaba un suculento festín de rica hierba.
Pero tenía que hacerlo con precaución ya que de vez en cuando pasaban coches y en cualquier momento podía quedar aplastado.
Cuando estaba a punto de alcanzar aquel lugar, el dueño de la casa vio al caracol, lo cogió y lo arrojó al otro lado de la calle, de donde había partido. Al menos tuvo la suerte de ir a parar sobre un matorral que amortiguó su caída.
El caracol tan pronto se repuso, volvió a cruzar la calle y cuando estaba a punto de entrar en el patio, aquel hombre lo vio de nuevo y lo volvió a lanzar al mismo sitio de partida.
El caracol lo intentó una y otra vez y el tiempo pasaba.
En esto, una mariposa que llevaba tiempo observando la odisea del caracol, le pregunto:
- Amigo, ¿porque insistes si siempre acabas empezando desde el mismo sitio?...Al final quedarás reducido a la nada en el asfalto...
El caracol miró a la mariposa y le respondió:
- Es cierto mariposa, ¿ sabes qué ? Al principio mi objetivo era llegar a ese patio para comer y estar relajado, pero ahora trato de comprobar dos cosas...
- ¿Qué dos cosas?- preguntó la curiosa mariposa
- Que mi voluntad desista, o que el corazón de aquel hombre se ablande.
Apostillas: no desistáis en vuestro empeño en lograr algo. Siempre habrá alguien que os pondrá impedimentos, bien por envidia, por egoísmo, por vanidad y por ignorancia, pero si en verdad os lo proponéis lo lograréis.