Esos ricitos graciosos de tu pelo negro sobre el rostro,
formando remolinos al azar,
me gustan.
Esos ojos vivarachos que se pierden,
de vez en cuando,
en la melancolía de tus pensamientos más oscuros,
me transportan a otro mundo; al deseado mundo de tus sueños.
Esas manos de terciopelo
me hacen imaginar las caricias más tiernas perdiendose sobre mi rostro.
Esos labios húmedos y carnosos, labios de fuego y pasión,
rodean los pensamientos de mi mente como objetivo único.
Esa sonrisa sincera que me inunda con sus rayos,
rayos perdidos en el infinito de un alma vacia; rayos de un sol moribundo.
Esos silencios en llamaradas que te brotan del alma,
como queriendo comunicarse con lo más profundo del universo,
me cautivan y me atan a una esclavitud de amor en la que me pierdo
por los laberintos de tu rostro, de tu sonrisa, de tus caricias,
en los tiernos laberintos de tus risas.
