Esas manos de terciopelo
que dibujan pajarillos sobre mí,
y me hacen sanar.
Esas largas batutas,
que dirigen orquestas de mimos y caricias,
y me hacen volar.
Esos dedos suaves,
que se quiebran en volutas imposibles,
y me hacen susurrarte al oído
las más tiernas, prohibidas y dulces palabras,
que mi voz nunca soñó cantar.
Cuanto tiempo sin verte, tu presencia siempre es grata para mi.
Un abrazo.
Pol.