No sé si decirte “hola”, “buenos días” o simplemente un exagerado y contento “eeii”, poco importa, ya que la primera vez que te vea u oiga hablar de ti lo último que querré será saludarte. Estás predestinado a que te odie. Y quizá te estás asustando pero es así. ¿Tú sabes quién soy yo? Yo soy una amiga, amiguísima, súper amiga, amiga del alma de Laiis, y obviamente desde el minuto cero que entres en su vida te la estarás llevando lejos, muy lejos, de mí. Y a donde tú te me la llevarás no puedo llevarla yo, le enseñaras el amor. Naturalmente eso no puedo hacerlo yo. Así que si eres el adecuado, y recibes esta carta, no me quedará más remedio que quererte mucho: por aprender con ella a acariciar la vida desde el lado más brillante de los sentimientos. Me doy cuenta ya desde ahora lo mucho que significas para ella, el tiempo que te dedica y las ganas que te tiene. No la decepciones. Nunca. Sé sincero. Ámala. Ámala mucho, todo lo que yo no puedo. Pero ten siempre presente que yo estaré a su lado, como una pequeña hada madrina celosa, y que ella siempre podrá contar conmigo. Te deseo lo mejor y gracias. Muchas gracias por ser como eres, ella ya se ha enamorado de ti lo suficiente si estás leyendo esto. Y si lo lees significa que ya has superado todas mis locuras sobreprotectoras. Gracias por todo.
Una vez se encontraron el amor y la amistad, el amor le dijo a ella “¿Por qué existes tú, si ya existo yo?” La amistad respondió “Para poder reparar los corazones que un mal día dejaste rotos”. No le rompas el corazón.

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