La Ausencia
Mi viejo enano, que no respondes a mis aullidos. Años de compartir, huidos de la realidad pero cercanos en el pensamiento.
Muere una parte de mi sin tu presencia, y auyento los malos augurios de muerte y soledad.
Me quiebro amigo del alma y quiero llorar sin paliativos
y regar con mis lágrimas el tesoro que pude tener pero que nunca logré alcanzar.
Me pierdo en conjeturas y susurros de preocupación y dolor por ti.
te imagino, devorado por el virus mortal que nos atenaza siendo víctima propicia de él por no estar vacunado.
Intubado, mal herido, soñando conmigo, preocupado y atenazado sin poder articular palabra.
O tal vez peor, me siento, tal vez hayas muerto y en la duda siento que tendré por siempre mi lúgubre castigo.
Pues no habrá nadie que de mi se apiade y me conozca y una llamada me haga para poder comprender dónde te hallas.
Si al otro lado te encuentras, y en ese sueño te despiertas y lees estas palabras,
apiadate de mi, espiritu libiano y bésame la frente que me arde de dolor.
No quiero pensar en positivo, quiero sin más sufrir tu ausencia enorme en mis entrañas
quiero seguir escribiendo, llamarte y enviarte whatsapps y cuando sienta que no estás
que mi corazón se parta.
Ahora, que ya no respondes, que ya no te hayo y ni siquiera tu voz sabré ya comó suena, necesito dialogar contigo a solas,
imaginar tu risa, tus picardías y tus ánimos que como bastones me ayudaron tantas veces a seguir caminando.
Hermano, quiero sentirte dentro, quiero que seas a mi lado, el ángel que me cuide en este desamparo.
Me siento tan frustrado...
Y si es consciente tu silencio, pensado y premeditado, entonces.
vuela libre que yo te amo libremente y nada quiero que te ate a mi sin tu deseo.
Cansado ya estoy de seguir esperando, y esta tal vez sea mi última carta, mi último aliento, mi último relato,
por ti y para ti.
Espérame en el cielo, abrazame con fuerza, que la eternidad sepa que no descansaré hasta encontrarte aunque sea allá
donde ya no hay frío ni hambre ni pasión ni muerte.
