Otorgo el permiso oficial de burla,
por que soy nadie
(o estoy solo).
Sus carcajadas ahorcan mi garganta,
sus exagerados dientes;
no hallo la razón.
Otorgo el permiso oficial de burla,
pues cuando veía su boca, te divertías
sin cesar.
No soy rencoroso.
Las matemáticas no funcionan
en la burla del lacayo.
(¡Agonizo!)
Sin motivo alguno, sin dolor presente,
te defiendo amigo:
otorgo el permiso oficial de burla.