Caótica
Era una de esas tardes que apetecía disfrutar de la belleza de las flores, en una ciudad donde Caótica era su segundo nombre. No resultaba raro que en esas interminables calles se llenaran con el bullicio, los brindis en las terrazas, el vuelo de los vestidos y las risas contagiosas.
Caótica, vio el renacer de las flores, mientras la ciudad se preparaba para recibir el calor.
Caótica miro al infinito, como si fuese a encontrar lo que tanto tiempo llevaba buscando.
Caótica, estaba ahí, con el revoloteo de su vestido. Quería ser el cielo infinito.
Caótica, era ella.
Una canción con notas en silencio, gritando al infinito sin evocar una sola palabra.
