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Estrella 31 de mayo de 2024
por beatrix
La primera vez que lo vio quedó deslumbrado.

Tras los cristales que separaban su ansiado anhelo, allí estaba su objeto de deseo. A pesar de tener multitud de opciones, no quería otra cosa. Su fijación era tenerlo junto a él.

Entró como un rayo hacía el mostrador y pidió que le trajesen la estrella más brillante del escaparate. Con mucho esmero, la dependienta lo envolvió con delicadeza mientras le contaba las indicaciones que debía seguir.

El hombre no dejaba de mirar a su estrella, pensó que era la más bonita del mundo, del universo incluso. Su belleza le impactó hasta tal punto que no escuchaba lo que la dependienta le decía.

Los siguientes días le dedicaba toda la atención a su estrella, incluso se lo llevaba consigo mientras los demás le preguntaban dónde había adquirido esa estrella tan mágica y llena de vida. El hombre respondía que era un secreto que no podía revelar.


El hombre poco a poco se olvidó de su estrella, y empezó a mirar otros objetos que fueran igual de brillantes.

Un día la estrella se apagó. El hombre que apenas se había dado cuenta de ello, inmediatamente volvió a la tienda donde lo compro.
—¿Por qué mi estrella se ha apagado?
—Vamos a ver—inspeccionó la dependienta.—¿Usted siguió las indicaciones que le recomendé?
—No lo recuerdo ahora mismo, lo siento.
—Está bien— prosiguió la dependienta. Espere aquí un momento para ver qué podemos hacer.
Por primera vez en mucho tiempo, miró a la estrella.No recordaba la última vez que le vió con brillo, con vida, con esa magia especial que le encandiló por primera vez.
—Ya he encontrado las indicaciones—interrumpió la dependienta en medio de sus pensamientos.— Le voy hacer unas preguntas para comprobar que todo esté correcto.
—Por supuesto, dígame.
—¿Ha mantenido el mantenimiento de su estrella?
—Si,aunque últimamente no he tenido mucho tiempo.
—¿Ha tenido algún percance con su estrella?
—No recuerdo nada de eso.
—¿Le ha prestado atención a su estrella recientemente?
—He estado muy ocupado y no lo he hecho.
—¿Ha observado algún cambio en su estrella recientemente?
—Se ha apagado, es lo único que veo ahora mismo.¿No es posible devolverlo?
—Señor, es una estrella, no se puede devolver.
—¿Y cambiarlo por otra estrella?
—Lo siento señor, pero una estrella no se puede cambiar ni devolver.
—¿Entonces qué hago? Ahora mismo ya no me sirve. Deme otra, se lo pago.
—Señor, no puedo hacerlo.
El hombre salió enfurecido de la tienda. Ahora mismo lo único que tenía era una estrella que no le servía para nada.

Pasaron los días, las semanas, y la estrella seguía igual. Busco en otras tiendas más estrellas para ver si lo podía reemplazar.
—Buenos días.
—Buenos días, señor— respondió la dependienta de manera diplomática, aunque con pocas ganas de darle charla.—Dígame en qué le puedo ayudar.
—¿Seguro que no tiene más estrellas? He buscado en más lugares pero no encuentro nada. Usted me vendió una estrella y seguro que tiene más. Deme otra por favor.
—Le repito que no puedo hacerlo.
—¿Pero qué problema hay?— La confusión le aturdía cada vez más. —¿Es el dinero? Le pagaré lo que sea.
—Creo que no se ha dado todavía.
—Entoces dígame qué hago.
—La estrella está apagada porque no cuido de ella, por más estrellas que compré seguirá igual. Puede que piense que las estrellas pueden ser reemplazables pero todas son libres y brillan por sí solas, aunque la oscuridad haya llegado a la suya.

2 Comentarios

Me gusta el texto, sobre todo su desenlace.

03/06/24 10:06

Gracias por tu comentario, Persefoneurana.

04/06/24 12:06

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