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Gimnasio

Miraba con absoluta fascinación cada parte de su esculpido cuerpo. Ni Adonis tenía nada que envidiarle. Movía cada músculo en aquellas máquinas gigantescas, mientras le observaba de reojo en la cinta de correr. Poco a poco la velocidad subía, aunque ella estaba sumergida en aquella imagen que la tenía hipnotizada.
Pensó en mil maneras de acercarse disimuladamente. Quizás podía caer su toalla sutilmente, soltar una pequeña risa sensual, o enseñar un poco de carne; a fin de cuentas iba sintiéndose mejor consigo misma. Todas estas ideas cayeron por su propio peso cuando vio que el tipo recogía sus cosas, salía por la puerta, y para su sorpresa dio un efusivo beso a otro hombre.

En ese momento decidió cambiar de gimnasio.
Beatrix03 de febrero de 2022

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