Volví a mirarte.
Intente descifrar cómo eras en realidad, cuáles eran tus verdaderos pensamientos, que había más allá de esa fachada que nadie podía derribar. Qué había más allá de esas costuras tejidas a base de derrotas y victorias.
Y el cielo se rompió.
Miré a través de la ventana, más allá de esos horizontes de ladrillos que rodean esta ciudad.
Nunca supe nada de ti.
Nunca entenderé por qué siempre restaba, por qué nunca llegue alcanzar esa perfección que tanto exijias.
Me dijiste adiós.
Fue ahí, cuando comprendí que te llevaste una parte de mí, y supe que nunca volvería.
Qué irónica la vida, ahora que he vuelto a ver el cielo roto y la lluvia no tiene miedo a nada.