Desde lo alto de
la vieja torre
donde rompe el viento
y da la vuelta
la bruma nocturna,
recordé anhelos
perdidos, sueños rotos
y brillantes delirios.
Desde el castillo encantado,
rodeada de nieblas,
de frío y de piedra,
pasé mi mirada
por las viejas
batallas perdidas,
por tristes recuerdos de
mi alma atormentada.
Y divisé a lo lejos,
detrás de la montaña,
una nube blanca
de flores; de azucenas,
de nardos y lirios.
Y con todo eso me
hice un albo manto
que me cubre en
las noches negras;
que me salva del
llanto y del cruel
desencanto, que
tapa la pena y
el loco delirio.
Beth:
Amiga de la mirada me encanta cuando con tus letras nos transportas a otras epocas, afortunado el caballero que te espere al otro lado del castillo.
Delicado poema, albo y suave como los pétalos de las azucenas, nardos y lirios. Acarician esos pétalos el alma de quien lo lee.
Precioso.
Un fuerte abrazo, corazón.