La poesía ha vuelto
atraída por el olor
de la sangre,
como acude el lobo
cuand huele al ciervo.
No sé si piensa quedarse
o será corta su estancia,
como los ratos de sol
cuando llega el invierno.
Poco a poco voy
en silencio tejiendo versos,
cual Penélope su manto,
para cobijar un sentimiento
que nace en mi
y no quiere quedarse dentro.
Y de hiel y lamentos
fabrico poco a poco mis versos.
Como el alfarero con el barro
yo también moldeo
lo que antes fueron sueños
y se han quedado tan solo
en llanto no derramado
y negro desaliento.
Tu aliento poético se debate en lucha entre la loba y Penélope, una dualidad que tan bien entiendo. El resultado es un hermoso poema. Es lo que tiene el desaliento: es muy creador.
Un abrazo envolvente, querida Beth.