Sentada al lado del fuego
miro a lo lejos y espero;
espero a que se acabe el
invierno y se haga de
nuevo la luz, esa luz
que a los dos nos renueva.
Y recuerdo que hace
apenas un año el
invierno nos arropaba,
el calor del fuego
a ti me ataba cada
tarde, con una invisible
cadena más tenue que
un soplo de aire.
Y yo rezo ahora por la
llegada de la primavera,
para que tú y yo podamos
subir a una torre;
una torre alta y de piedra,
esa que ha poblado todos
mis sueños, y que ahora,
en un lugar escondido,
suspira y nos espera.