Dame un helado con
sabor a tus besos,
un helado de nata
y con olor a espliego.
Compártelo conmigo
en un lugar escondido,
resguardado del viento,
donde el calor nos
aturda y podamos
robarle minutos
al tiempo.
Lo tomaré de tus labios
y así tal vez calme
de una vez mis miedos;
miedos que saben
a horas pasadas
luchando con un
dolor eterno.
Haz que este helado
de nata conjure
en mi pecho mil
y un recuerdos
de mañanas radiantes
y despertares tiernos
