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Highlander 9

En los siguientes días que me quedé en las tierras de Fraser tuve ocasión de estar a solas varias veces con Anabelle, y aunque seguimos discutiendo en repetidas ocasiones, y por los más variados motivos, en general disfrutábamos juntos. Quizá esta misma alegría me impidió ver la verdad delante de mi; y ésta no era otra que también mi hermano se había fijado en Anabelle Fraser; y Malcom no estaba acostumbrado a que le rechazaran, que fue lo que ella hizo. No se cuando se forjó en mi hermano el deseo de que la hija de Patrick fuese suya, costase lo que costase; pero hubo algo que supongo que le afianzó en ese anhelo; y fue el saber que yo la quería. Si entonces era algo simplemente deseable, ahora se había convertido para él en una verdadera obsesión. Yo estaba decidido a pedir a Patrick la mano de su hija, pero antes quería hablarlo con ella, para estar seguro de que me correspondía. Aproveché una tarde que nos encontramos en el jardín, y que estábamos solos. Ella cortaba rosas y yo me acerqué en silencio. No se dio cuenta de mi presencia hasta que estuve prácticamente a su lado.

-Me alegro de encontraros sola; quisiera hablar con vos, Milady. Ante todo, ¿puedo llamaros Anabelle?

Por una vez, su lengua no parecía ser tan afilada y rápida como era costumbre en ella; y no se si debido a que intuía lo que quería decirle, se limitó a asentir en silencio. La tomé del brazo para que ambos pudiésemos sentarnos en un banco, al lado de la rosaleda. Noté que temblaba ligeramente.

-Hace muy poco que nos conocemos-empecé a decir. Pero en este corto espacio de tiempo me he dado cuenta de que eres lo que llevo buscando desde hace mucho. Estas cosas no se me dan bien; en realidad es la primera vez que lo hago, y no se si hay fórmulas establecidas al respecto; en todo caso, si las hay no las conozco. Lo que quiero que sepas es que te quiero, que eres la mujer con quien deseo pasar el resto de mi vida, y que me gustaría, si tú quieres, que nos casásemos.
La incansable batalladora de tantas peleas verbales, a la que nunca faltaban palabras, parecía haberse quedado, de repente, sin habla; o tal vez sin argumentos para contestar. Al final, levantó la cabeza y me miró directamente a los ojos.

-¿Es esto correcto? ¿No deberías hablar antes con mi padre?
-Tienes razón, no es lo correcto, ni remotamente lo es. Pero no quiero hablar con tu padre sin saber que es lo que piensas tú. Me has demostrado, y me has repetido muchas veces, que tomas tus propias decisiones. Y por eso te lo pregunto a ti primero. Si no me quieres, si no estás dispuesta a compartir la vida conmigo, ¿Qué sentido tiene lo que yo le pueda decir a tu padre? Es contigo con quien me quiero casar, no con Patrick Fraser.

Tomé su mano entre las mías; era firme, una mano pequeña y blanca.

-Te quiero, Alisdair. Y me encantaría ser tu esposa, pero…
-¿Pero? ¿Temes que tu padre se oponga?
-No-me contestó sacudiendo la cabeza con determinación. Mi padre no se opondría nunca a mi felicidad, y se que a ti te aprecia. Es que hay algo que debes saber.
-Dime lo que sea; te escucho.
-Se trata de tu hermano Malcom
-Si, se que él también está enamorado de ti; me he dado cuenta.
-Le he rechazado, Alisdair, porque te quiero a ti; pero aunque tú no estuvieses, tampoco le aceptaría. Hay algo malo en él. No puedo ni se decirte qué es; pero no me fío de él. Me da miedo. Y tú deberías protegerte.
-¿Protegerme?
-Si, porque te odia. Creo que nunca he visto tanto odio en los ojos de alguien, como en los de Malcom cuando habla de ti. Pero de todos modos, nada tiene que ver con nosotros-dijo, sacudiendo la cabeza, como intentando apartar a Malcom de sus pensamientos.
-Entonces, ¿puedo hablar con tu padre?
-Cuanto antes, por favor. Quiero ser tu esposa.

Aquella misma noche hablé con Patrick Fraser, y debo decir que quizá porque conocía muy bien a su hija, no se mostró en absoluto sorprendido; creo que en todo caso estaba contento, porque Anabelle era feliz. Fijamos la fecha para dentro de cuatro meses, que era tiempo suficiente para llevar a cabo todos los preparativos.

Mi madre también se alegró mucho cuando, a mi vuelta a casa, la informé de mi decisión. Creo que estaba aliviada, sobre todo, porque desde hacía tiempo me urgía a que buscase una esposa. Lo que si me sorprendió fue oírle decir que después de la boda, se iría a las tierras de su familia, que quedaban cerca, para estar cerca de mi tía Helen, que acababa de quedarse viuda; y también de Malcom. Por más que le pedí que se quedase, no quiso aceptar.

-Madre, el que yo me case no cambia nada. Esta siempre será tu casa.
-Si, pero como invitada. Vendré, y con mucho gusto, cuanto tengas hijos; para ejercer unos días de abuela. Pero la suegra no hace nada cerca de los jóvenes. Tu hermano es quien me necesita ahora. Tú estarás bien, tendrás a tu lado a alguien que te quiera y te cuide, y Malcom está solo, de momento. Y mucho me temo que si no cambia su carácter, tendrá problemas aunque esté acompañado. Las tierras y la casa de su herencia quedan lo suficientemente cerca como para que te visite cuando me apetezca, pero sin estorbar.
-Nunca me estorbarías, madre.
-No lo dudo, Alisdair. Pero es mejor así, créeme. No conozco a tu prometida, pero su conocí a su madre, que fue una de mis mejores amigas, y si ella se le parece, tendrás a tu lado a una gran mujer. Estoy segura de que seréis muy felices.

Mi hermano no asistió a mi boda, y aunque el asunto fue muy comentado entre todo el mundo, en el pueblo, y fuera de él, eso no empañó mi felicidad. Hubiese preferido compartir con él mi alegría, indudablemente, pero tampoco tenía remordimientos de conciencia; no había hecho nada malo ni le había quitado nada que le perteneciese. Mi madre se marchó el mismo día del enlace, después del banquete; a pesar de que Anabelle le rogó repetidas veces que no lo hiciese. Pero yo sabía que no cambiaría de opinión una vez que había tomado la decisión. Verla partir de la que era su casa me dolió, pero en el fondo entendí que ella buscaba ahora una nueva vida, más tranquila, cerca de su hermana, y sobre todo, creo que pretendía vigilar de cerca de Malcom para evitar que pudiese meterse en líos.
Beth28 de mayo de 2010

4 Comentarios

  • Mary

    Me meti de lleno en este capitulo y hasta me dio miedo pensar en
    lo que podria hacer Malcom, son dos hermanos muy distintos, como
    el dia y la noche. Esta historia me tiene totalmente atrapada, tienes
    tremenda habilidad para escribir. Espero con muchas ganas el proximo
    capitulo. Besoss.

    01/06/10 01:06

  • Beth

    Gracias, Mary. Habilidad, más bien poca, pero es mi válvula de escape a la vida real, que es bastante más aburrida. Gracias por leerlo

    01/06/10 10:06

  • Nemo

    Muy bien Beth!... Habrá que esperar que es lo que Malcom pretende porque se siente que está gestando alguna desgracia. La relación entre Alisdair y Anabelle se siente.
    Saludos muchos y continúa la historia!

    03/06/10 06:06

  • Beth

    Gracias, Nemo. Intentaré seguir, a ver si soy capaz

    03/06/10 06:06

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