TusTextos

La Casa de la Colina 12

Almorzamos en un restaurante que había al doblar la esquina. No me di cuenta de lo hambrienta que estaba hasta que tuve delante de mi un apetecible panecillo blanco que unté de mantequilla antes de que nos trajesen la comida. Jaime sonreía al verme comer con ansia; me imagino que debí de parecerle bastante patética.
-Tenías hambre-afirmó.
Asentí con la cabeza, demasiado ocupada en masticar. Hacía días que no comía en condiciones y pensé que había sido una completa irresponsable. Debí haber pensado en la criatura inocente que llevaba dentro de mí, y que no tenía la culpa de que sus padres fuesen un par de locos con la cabeza hueca. Cuando llegó la sopa la ataqué con igual ansia, y no fue hasta el segundo plato cuando me encontré dispuesta a contestar a todas las preguntas que Jaime me había hecho.
-He dejado a Lucas-le dije, mirándole fijamente. Me pareció ver un atisbo de satisfacción asomando a sus profundos ojos negros, pero pensé que eran figuraciones mías. Y en todo caso, él enseguida lo disimuló, si es que alguna vez estuvo ahí, con un aire contrito y apesadumbrado.
-Siento oír eso. ¿Puedo preguntarte que ha pasado?
-Lo de siempre-le dije, encogiéndome de hombros. Se acostó con otra, con una compañera de trabajo. Y aunque pensé que podría perdonarle, no soy capaz. Cierro los ojos y le veo con ella, y se me revuelve todo por dentro. No le perdonaré nunca.
Me palmeó la mano por encima de la mesa, como dándome ánimos.
-Bueno, pero no es tan terrible. Ya verás como cuando pase un tiempo todo parece tener otro color. Eres demasiado joven y bonita para que tu vida se hunda por ese engaño.
Dudé si contarle lo demás. Pero tenía necesidad de decírselo a alguien. El secreto de mi estado me pesaba ya demasiado para seguir yo sola adelante.
-Hay más, Jaime. Hay otra cosa que necesito contarte, pero tengo que pedirte que me jures que no se lo dirás a nadie.
Me animó a continuar con un ademán.
-Estoy embarazada de Lucas
Se quedó callado, como si hubiese caído una bomba en el restaurante. Por un instante temí haberle escandalizado. Creo que me veía todavía como la pequeña vecinita a quien acompañaba al colegio o a quien cuidaba algunas tardes. Pero se rehizo de la sorpresa y empezó a interrogarme.
-¿Él lo sabe? No puedo creer que no quiera hacerse cargo de su hijo
Le detuve con un gesto. Por más daño que Lucas me hubiese hecho, todavía le quería, y me dolía que una persona ajena se permitiese juzgarle. Sólo yo podía hacerlo.
-No, por Dios, él no sabe nada. Yo me enteré apenas dos días antes de saber lo de su engaño. Y le dejé plantado sin decirle nada del niño. Si soy honesta contigo y conmigo misma, creo que uno de los motivos de no decirle nada fue para castigarle.
El silencio en el que Jaime se sumió me hizo preguntarme si había estado acertada al contárselo. Me había pillado en un momento de inmensa soledad y flaqueza y pudo más el deseo de compartir mi carga con alguien que la prudencia.
-Te he escandalizado-le dije, al ver que seguía callado.
Pareció que se despertaba de un sueño. Negó repetidamente con la cabeza, y me tomó la mano, apretándola entre las suyas. Me consoló ese contacto humano, me hizo pensar que estaba menos sola, que quizá él escucharía mis dudas.
-No, no me escandalizo tan fácilmente y además, no hay motivos para ello. Pero lo que me preocupa es qué piensas hacer ahora. Tendrás que decírselo a tus padres.
Retiré mi mano de entre las suyas. ¿Iba a delatarme?
-Nunca, ellos no deben saberlo. No lo entenderían. Ya conoces a mis padres.
-Pero Marta, ¿Qué vas a hacer tú sola con un niño, sin ayuda, sin dinero? No seas infantil; tienes dos opciones: o decírselo a Lucas y que se haga cargo de la situación, o contárselo a tus padres.
-No, hay otra tercera posibilidad.
Me detuve antes de seguir hablando. Aunque lo había pensado, ahora que estaba a punto de decirlo en voz alta, la idea que se me había ocurrido ya no me parecía tan buena. Pero como Jaime seguía esperando, me decidí a contarle lo que había pensado.
-Mi abuela me dejó en herencia una casa en la montaña. Está en muy mal estado, porque el último verano que pasamos allí hubo un incendio en el pajar y la casa no quedó bien parada. Pero también me ha dejado dinero en el banco y creo que puedo arreglarla, al menos lo esencial; y vivir allí hasta que nazca el niño. Luego me buscaré un trabajo.
Se quedó mirando al vacío, haciendo bolitas con las migas de pan de la mesa. Una costumbre que yo detestaba, pero que Jaime siempre había tenido, al menos que yo recordase.
-Pues no me parece buena idea. ¿Qué vas a hacer tú sola en un pueblo dejado de la mano de Dios, y encima con un niño pequeño? ¿En qué o dónde vas a trabajar? No seas ilusa, Marta, no te será tan fácil. Siempre lo has tenido todo y quizá por eso no aciertas a darte cuenta de las dificultades con las que te encontrarás. Pero hay algo peor, y es que vas a arrastrar a alguien inocente en tus locuras.
Me enfadé al oírle, aunque reconociese en mi interior que tenía bastante razón en todas las razones que me había dado.
-Y entonces, ¿Qué me sugieres que haga?
-Puedes casarte conmigo
Beth27 de octubre de 2010

8 Comentarios

  • Serge

    Beth:
    Nooooooooooooooooooo marta no te cases, él será tu verdugo en el futuro.

    Un gusto leerte amiga de la mirada.

    Sergio.

    27/10/10 03:10

  • Beth

    A ver si Mata te escucha, pero me parece a mi que irá como una ovejita, directa al matadero. Gracias por leer mis fantasías

    27/10/10 04:10

  • Norah

    Beth, en este escrito...me haces quererlo un poco a Jaime, beso.

    28/10/10 05:10

  • Beth

    Creo que eso mismo le ocurre a Marta, Norah. Las personas nunca somos totalmente buenas o malas. Todos llevamos un poco de Dr. Jekyll y Mr Hyde. Otro beso para ti

    28/10/10 09:10

  • Nemo

    Creo que en ese momento Jaime si la amaba aunque no aceptara la gestación y se vio hábil para llegar en el momento indicado...
    Le sigo y sigo...

    04/11/10 04:11

  • Beth

    Yo también creo que la ama, que la ha amado siempre, pero a su manera. Dice mi abuela que hay amores que matan. No se si será verdad

    04/11/10 04:11

  • Vocesdelibertad

    Beth: dije que llegaría al capítulo 10, pero ya ves eres tan buena escribiendo que estoy que muero por regresar mañana y continuar. Sergito se llevó todo mi comentario NOOOOOOOO... jaja
    Buenísima obra

    08/02/11 11:02

  • Beth

    Gracias, Voces. Ay los consejos creo que han llegado tarde

    09/02/11 09:02

Más de Beth

Chat