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La Casa de la Colina 17

Intenté calmar poco a poco mi corazón desbocado, que parecía que de un momento a otro se me iba a salir del pecho. Estaba acostumbrada a pasar sola mucho tiempo, pero la marcha repentina de Lucas me dejaba mal sabor de boca; era como empezar a catar un buen vino, pero que en el momento de tomarnos la copa entera alguien la retirase de golpe. Para mantener mis manos ocupadas recogí la mesa, puse en marcha el lavavajillas y recogí el mantel y las servilletas. Tuve el presentimiento de que Lucas volvería, y por eso salí afuera antes de cerrar con llave la puerta, con la absurda idea de que quizás estuviese por los alrededores. Pero lo único que había fuera era oscuridad; el cielo no estaba estrellado aquella noche y se había levantado viento. Me estremecí de frío y volví a entrar. Pensé que no tardaría en empezar a llover. No podría dormir, después de haber hablado con Lucas el sueño era algo vedado para mí, al menos aquella noche. Y pensé en aprovechar el tiempo. Encendí la chimenea y al principio intenté escribir algo de mi nueva novela, porque en apenas dos meses tenía que mandarle algo a mi editor, y estaba muy retrasada. Pero no era capaz de escribir. ¿Cómo embarcarme en la inocente historia de amor juvenil que estaba poniendo en marcha cuando mi vida entera estaba patas arriba? Simplemente por hacer algo seguí leyendo el diario de Jaime, a pesar de que había párrafos que sabía de memoria.

" Marta nunca sospechó nada de mis correrías nocturnas; quizá era demasiado inocente para ello, o también puede ser que yo no le importase lo suficiente para preguntarse nada acerca de mi vida. Aunque sospecho que algo debía de imaginarse que hacía para saciar mis apetitos sexuales, porque pasaron casi dos años hasta que nos acostamos juntos por primera vez. Y lamenté haberlo hecho. Aunque ella intentó disimular, supe que no disfrutaba conmigo cuando estábamos en la cama, y que dentro de su cabeza y de su corazón seguía estando ese mal nacido cuyo nombre ni siquiera me atrevo a pronunciar.
Quizá fue esa primera noche cuando se me vino a la mente por primera vez que me gustaría apretar su cuello entre mis manos hasta que dejase de respirar. Sería tan fácil que sólo de pensarlo me daban escalofríos de puro anticipo del placer que sabía que me estaba esperando. El cuello de Marta era muy frágil y delgado, y mis manos muy fuertes. Yo ya conocía cual era el placer de hacer que una mujer que pensaba recibir caricias y sexo se encontrase con un ataque brutal. Ver ese miedo reflejado en sus ojos, sentir sus labios temblorosos y su voz tartamudeando y suplicando por su vida hacía que cualquier otro encuentro solamente sexual fuese como comerse un guiso hecho con despojos cuando se ha probado solomillo".

No pude seguir, sencillamente me asqueaba seguir leyendo; las náuseas se me agolpaban en la garganta y tuve que salir corriendo hacia el baño. Allí me di cuenta de que llovía con fuerza; el agua golpeaba en la claraboya del techo y me hería los oídos. Creo que fue ese ruido el que me impidió darme cuenta antes de que alguien estaba llamando a la puerta. Dudé si abrir, pero cuando atisbé por la mirilla vi que era Lucas. Me apresuré a abrirle, y cuando entró dejó un pequeño charco de agua a sus pies. Estaba empapado.
-Acércate al fuego-le dije. Y sácate los zapatos o mañana tendrás una buena gripe.
Me lanzó una mirada asesina desde unos ojos entrecerrados e inyectados en sangre, pero hizo lo que le mandé.
-He venido solo para exigirte que me digas donde está mi hijo. Tengo derecho a conocerle, y que él sepa quien es su padre.
-Ojala pudieras conocerle, te aseguro que nada me gustaría más.
Lucas me lanzó una mirada de soslayo mientras movía sus pies desnudos cerca del fuego para calentarlos. Me acordé de aquellas tardes de invierno que pasábamos en el pequeño pisito de alquiler, cuando esos mismos pies grandes, tan blancos y rematados por unos dedos extrañamente torcidos, se entrelazaban con los míos. Me dejé llevar por aquellos recuerdos que me removían por dentro, sin darme cuenta de que él me preguntaba de nuevo qué había sido de su hijo, y seguía insistiendo en conocerle.
-No existe, Lucas-le confesé con los ojos llenos de lágrimas. Nunca llegó a nacer.
Se levantó del sillón de manera violenta y me agarró con fuerza por los hombros, zarandeándome hasta que mi cabeza empezó a oscilar como un péndulo y el cuello parecía a punto de soltarse de donde debería estar.
-Déjame, pedazo de animal. ¿Quieres matarme tú también?-le grité como pude.
Paró de sacudirme como si fuese un saco de patatas, pero sus manos seguían sosteniendo mis hombros como si fuesen garfios.
-Por eso antes me marché, porque temí no poder dominarme y hacer una barbaridad. Nunca le levanté la mano a una mujer, ni quiero hacerlo; pero me estás poniendo a prueba, Marta, te lo digo muy en serio. No quiero imaginar que has hecho lo que estoy pensando, porque entonces te juro que no voy a responder de mis actos.
-Si lo que estás pensando, maldito cabrón egoísta y traidor, es que aborté de manera voluntaria, desde ya te digo que estás muy loco o que nunca te has molestado en conocerme.
-¿Entonces?-inquirió sin hacer caso de mis insultos.
-Entonces tuve un accidente con el coche cuando estaba embarazada de casi cuatro meses. Mi vida no corrió peligro, pero mi hijo, nuestro hijo-me corregí-no tuvo la misma suerte. Y esa es toda la historia de lo que pudo haber sido y no fue.
Me soltó y volvió a sentarse, con la cabeza gacha, mirando fijamente al fuego, donde humeaba su chaqueta y los calcetines, que habíamos puesto a secar.
-Cuantas veces te recomendé que tuvieses más cuidado conduciendo. Siempre pensando en las nubes, despistada, sin tener en cuenta que podías poner tu vida y la de los demás en peligro.
De nuevo me hizo enfadar; parecía que solamente se decidía a abrir la boca para molestarme.
-No digas sandeces. Reconozco que no soy la mejor conductora del mundo, pero en aquella ocasión desde luego que no fue culpa mía acabar empotrada en un árbol. Fallaron los frenos, es decir, alguien los manipuló para que fallasen.
-¿Quién?-me preguntó en voz baja.
Beth07 de noviembre de 2010

6 Comentarios

  • Norah

    Beth, en verdad el suspenso va in crescendo...mmm, que hara Lucas?.bESO GRANDE.

    07/11/10 03:11

  • Beth

    A ver que se le ocurre ahora a este chico ¡...!

    07/11/10 03:11

  • Serge

    Beth:
    Amiga de la mirada, yo sé que Marta hubiera tenido a su hijo estando casada con alguien o sola, su perfil es el de una persona noble.
    Ojalá que Lucas siga siendo como cuando Marta lo conocio.
    Amiga te comiste un solomillo sin ha.

    Un gusto leerte.

    Sergio.


    08/11/10 02:11

  • Beth

    Pues si, gracias, me comí un trocito de la antesala del solomillo. Lucas está desbordado de sentimientos encontrados, y supongo que no es de extrañar. Pero esperemos que en adelante sea menos violento y algo más comprensivo con Marta. Gracias por tus comentarios

    08/11/10 03:11

  • Nemo

    Lucas, endurecido por su trabajo (creo yo), no ha tenido la mejor reacción ante estas confesiones. El sentimiento que se profesan será quien los dome.
    Saludos y seguimos...

    10/11/10 03:11

  • Beth

    Y si lo ha tenido, Nemo, se ha preocupado de ocultarlo

    10/11/10 04:11

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