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La Casa de la Colina 25

No me contestó, sólo esbozó una media sonrisa torcida y enfiló en dirección a mi casa. Recogí lo que había venido a buscar y nos fuimos a comer algo rápido para poder empezar a trabajar en los archivos de la parroquia. Era complicado porque no sabíamos ninguna fecha de manera exacta, así que no nos quedó más remedio que sentarnos pacientemente y repasar los polvorientos tomos con paciencia. Aquella tarde no descubrimos nada interesante, a no ser que la gente se casaba muy joven, nacían muchos niños, pero también muchos de ellos se morían en la más tierna infancia, y había también muchas mujeres que perdían la vida siendo muy jóvenes, supongo que la mayoría se morían en el parto. Nos marchamos un poco antes de las siete, con las manos tan vacías como habíamos llegado, pero mucho más sucias, los viejos legajos acumulaban mucho polvo de años de no haber sido tocados por nadie. Mi alergia me estaba matando, y me había pasado la mayor parte de la tarde estornudando. Cuando me senté en el coche, me miré en el espejo de cortesía y me enfrenté a lo que esperaba; una nariz y ojos profundamente enrojecidos. Me encogí de hombros, ¿Qué más daba? Ya podía tener en la cara una máscara verde que Lucas no se daría cuenta. Creo que para él era un ente, simplemente, porque apenas me hablaba; solamente me dirigía la palabra cuando era estrictamente imprescindible. Bien, si eso era lo que quería, no sería yo quien padeciese. Había vivido diez años sin él, simplemente recordándole, y ahora que le tenía a mi lado empezaba a decepcionarme. Me dio por pensar si con el paso de los años y la ausencia no le habría idealizado. Quizá no era que se hubiese convertido en un cretino; lo más probable es que siempre lo hubiese sido. Pero por otra parte, no estaba soñando ni exagerando su ternura, su inmensa capacidad de amar, y su generosidad de antes. Había dos Lucas, y ahora me tocaba lidiar con el peor.
Apenas abrimos la puerta de la casa Sergei vino a frotarse contra mis piernas. Dejé lo que llevaba en los brazos encima de la mesa de la cocina y le cogí en brazos. Me entraron los remordimientos al pensar que todavía no le había llevado a que le viese un veterinario; pero parecía estar muy bien y su pelo blanco lucía brillante y lustroso. Le abracé contra mi pecho, y me proporcionó algo de paz saber que había alguien, aunque fuese una mascota, que me quería y al parecer se alegraba de verme. Sabía que los gatos no son tan fieles como los perros, que ellos sólo dan cariño cuando quieren y no cuando el amo lo necesita, pero por la manera en que Sergei clavaba en mi sus brillantes ojos verde esmeralda, se que me entendía y sabía que yo estaba muy necesitada de cariño en aquellos momentos.
Lucas, en un alarde de caballerosidad me permitió ducharme primero; o quizá fue pensando que así haría yo la cena. Cuando él regresó a la cocina, la mesa ya estaba puesta y la cena casi terminada. Comimos en silencio y para que no fuese tan cortante, le pedí que pusiese las noticias. Apenas les prestaba atención, hasta que hablaron de la desaparición en Francia, muy cerca de la frontera española, de una muchacha de veinticinco años, y sacaron la imagen en la pantalla. Me pareció estar viendo mi cara. No es que fuésemos exactas, porque ella tenía el pelo un poco más oscuro que yo, y algo más corto. Su rostro, quizá porque era más joven parecía más lleno e infantil que el mío, y los ojos eran más pequeños y menos rasgados. Pero teníamos una apariencia muy similar, sobre todo a primera vista. Me quedé helada, y Lucas dejó de comer y permaneció mudo mirando a la pantalla.
-¿Estás pensando lo mismo que yo?-le pregunté
Beth29 de noviembre de 2010

15 Comentarios

  • Norah

    Querida Beth, como siempre excelente el clima, esa tensión tan pasional entre Lucas y Marta, los verdes ojos alertas y comprensivos de Sergei y ese final escalofriante, beso grande.

    29/11/10 11:11

  • Beth

    Gracias Norah, porque si vosotros no lo leyeseis, hace tiempo que me habría aburrido de escribir. Otro beso para ti

    29/11/10 12:11

  • Norah

    Beth, estas obligada a escribir, sino , al menos yo quiero saber, lo de Alvar, Jaime, de que te alertara Sergei y sobre todo, como lectora ver como Marta se defiende.Beso.

    29/11/10 03:11

  • Beth

    Las mujeres siempre acabamos aprendiendo a defendernos. No nos queda más remedio, ¿verdad?

    29/11/10 04:11

  • Norah

    Querida Beth, claro que como decía John Lennon, la mujer es el negro del mundo, pero, dos mujeres presidentes en Sudamérica y vos y yo sabemos, que…hay tanto hipócrita vestido de progresista y de pasional….

    29/11/10 05:11

  • Beth

    Es verdad. Aunque lo cierto es que también hay hombres estupendos que valoran a la mujer. ¿O sólo son los que yo he creado en mis locuras? No, me niego a ser tan negativa, tiene que haber más...

    29/11/10 05:11

  • Norah

    Claro Beth, que los hay, y en verdad geniales y conscientes…el drama que todavía acarreamos, son las mujeres que se someten tan fácil, pero tranquila amiga, la verdad y la justicia a veces tardan, pero siempre llega, beso.

    29/11/10 05:11

  • Beth

    De todos modos, Marta, con Sergei como escolta, sabrá poner a Lucas de la Vega donde le corresponde: arrojado a sus pies. (Qué mala soy)

    29/11/10 05:11

  • Norah

    Bien, de ello no dudo, Marta conseguirá colocar en su lugar Lucas y a quienes se vayan presentando, solo dile que desconfíe de quienes se presentan como dulces, humildes y sencillos, esa es la gente a temer, no eres mala eres autentica, no vas con dobleces o tripleces…Beso.

    29/11/10 05:11

  • Norah

    Ah, John decía tambien que la revolución que seguia a la de las mujeres, era la de los niños, en verdad su corazón era my sabio.

    29/11/10 06:11

  • Beth

    Los niños de hoy en día nacen ya revolucionados. Las dos nenas de mi vecina, de 7 y 9 años, me dejan con los ojos como platos de las cosas que me dicen a veces

    29/11/10 07:11

  • Serge

    Beth:
    Amita sabes muy bien que siempre estaré en la morada esperándote, ronroneando y muy alerta por si Lucas quiere hacerte algún daño.
    Es cierto lo que dices sobre los gatos, ellos muestran su afecto cuando quieren; pero siempre responden de la misma manera ante una caricia y presienten el estado de animo de sus amos.

    Sergei.

    29/11/10 07:11

  • Beth

    Si, los gatos son muy suyos, pero cuando quieren a alguien es de verdad. Y eso no se olvida. Presiento que Sergio va a tener mucho que decir, perdón, que maullar, en esta historia

    29/11/10 07:11

  • Norah

    Querida Beth, no seas tan exigente con Sergei, es que esta en el columpio...Beso.

    29/11/10 08:11

  • Beth

    Pues por eso. Para que se baje y me ayude a poner en su sitio a Lucas, a luchar con Jaime y a mandar a Alvar a donde debe estar; es decir, al infierno, por malvado y entrometido.

    29/11/10 08:11

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