"No hacía falta que este sujeto, al que no sabía si debía llamar hombre, fantasma o qué, viniese a decirme lo que yo sabía desde antes de casarme con Marta. Desde que la vi por vez primera supe que tendría que ser mía; pero ella estaba en aquel momento con Lucas, y se que a él es al único hombre que ha querido. No pensé que eso fuera un obstáculo cuando le propuse que nos casásemos. La quería tanto, deseaba con tanta fuerza que fuese mi mujer que me daba igual contra qué o contra quien tuviera que luchar. Eso es lo que pensé al principio, pero a medida que pasaba el tiempo y veía que ella, aunque no lo nombrase, seguía recordando a su antiguo amante, las cosas fueron haciéndose cada vez más duras para mí.
Recuerdo como si fuese hoy la promesa que le hice de no tocarla hasta que ella me lo pidiese. Todavía no nos habíamos casado; y he de reconocer que ella siempre fue leal y sincera conmigo al decirme que de momento era incapaz de ofrecerme nada más que su amistad. Yo lo acepté así, y no sabía el tormento que de esta manera estaba echando sobre mis espaldas. Estuvimos más de un año durmiendo en cuartos separados; nuestra vida era como la de dos compañeros de piso, o tal vez dos hermanos. A ella le resultaba cómodo, pero para mi era cada vez más insoportable. Y en todo ese tiempo no cesaba de pensar que durante las noches, cuando la puerta de su cuarto se cerraba tras ella; en la calidez de su cama pensaría en Lucas; soñaría con él, añoraría sus besos y sus caricias. Eso me volvía loco de celos. Fue entonces cuando pensé que si no le ponía remedio me volvería loco. Y fue también cuando empecé a salir por las noches de casa, sin hacer ruido para no despertar a Marta. Cuando volvía a la mañana siguiente estaba más calmado, pero la calma me duraba poco. Al principio, una de esas salidas nocturnas podía tranquilizarme durante casi un mes, a veces incluso dos. Pero con esto sucede algo parecido a lo que les pasa a los drogadictos; que cada vez necesitan más. Yo también necesitaba más; y las salidas empezaron a hacerse cada dos semanas, luego una vez a la semana. Temía despertar sospechas en la zona, y procuraba alejarme, o aprovechar alguno de mis muchos viajes de trabajo para satisfacer mis instintos."
Beth:
Marta no se merecia esos engaños porque desde el principio ella le hablo con la verdad.
¿Marta en algún momento sospecho de eso? o ¿llego a saberlo?
Marta me parece a mi que siempre fue muy inocente, la pobrecilla. Y nos queda por saber qué hacía este hombre cuando se ausentaba. ¿Serían tan solo engaños o algo más? Gracias por tu lectura, querido Sergio