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La Real Orden de Las Perdularias 19

Cerré los ojos, no para dormir, sino simplemente para descansar un poco y alejar de mi mente la última conversación que había mantenido con Claudia. Me había costado mucho, pero había aprendido con dolor y sufrimiento, que es como se aprenden las cosas, que es tonto preocuparnos por los problemas que no podemos resolver, porque dependen de circunstancias ajenas a nuestra voluntad. Poco podía yo hacer por esa pobre criatura desconcertada, salvo estar a su lado cuando me necesitase y darle todo mi apoyo. Ahora tenía que centrarme en Alexander. Con los ojos cerrados intenté visualizar su imagen, que se me desdibujaba un tanto y sólo podía recordarle viéndole desde abajo, cuando me tendió la mano para izarme del suelo. ¿Sus ojos eran negros o marrones? ¿Cómo era su tacto? Imposible recordarlo, el encuentro físico había sido demasiado breve. Mientras evocaba la presencia de Alexander e intentaba hacerle presente, nos avisaron de que nos abrochásemos los cinturones; estábamos a punto de aterrizar. Mi compañero de viaje recogió sus pertenencias y salió unos de los primeros, no sin antes dirigirme una mirada entre curiosa y despreciativa. Dejé que saliese la gente y fui la última en marcharme, con lo cual no tuve que esperar apenas para recoger mi maleta. Cuando ya me dirigía a la salida volví sobre mis pasos; lo pensé mejor y me encaminé al baño. No estaría mal darme unos retoques y además cuando estaba nerviosa tenía tendencia a imaginarme que sentía ganas de hacer pipí. Entrar en el minúsculo baño con el abrigo, el bolso y la maleta fue una proeza digna de encomio. Para empezar, no había colgador para el abrigo, con lo cual lo tuve que dejar en precario equilibrio encima de la maleta; y como ya no quedaba sitio para el bolso y no quería ponerlo en el suelo, no demasiado limpio, opté por colgármelo del cuello como si fuese un yugo. Di un respingo; esperaba que no fuese una premonición de mi relación con Alexander…Y me enfadé conmigo misma; otra vez volvía a mis tonterías e imaginaciones. Por fin salí a la zona de lavabos y me retoqué la pintura de labios sin mirarme demasiado al espejo. Ya había tenido bastantes sobresaltos para un día. Bien, ya no me quedaban más excusas; tenía que salir. Y lo hice, con pasos temblorosos me dirigí a la zona de salidas, donde apenas quedaba ya gente esperando. No tuve dificultad en verle, estaba apoyado en una columna, con gesto preocupado, como si temiese que le diese plantón. Al verme su rostro se relajó, sonrió y se acercó para abrazarme. Me sorprendió con un beso en la mejilla. ¿Esperaba yo otra cosa? No lo sabía, quizá si me hubiese dado un beso apasionado en la boca me hubiese sentido incómoda y en cierto modo atropellada, pero tenía la extraña sensación de que me había besado como a una hermana, como a una amiga…Otra vez mi fecunda imaginación. Se hizo cargo de mi maleta y me condujo al exterior. Ninguno de los dos tenía coche, así que tomamos un taxi para llegar al hotel. Apenas nos habíamos sentados cuando tomó mi mano al tiempo que le indicaba al taxista la dirección. Me sentí mejor, aunque no nos habíamos dicho apenas una palabra; pero nos miramos largamente, casi los diez minutos que duró el trayecto. Y sus ojos me dijeron muchas cosas y sobre todo me tranquilizaron. Era el mismo Alexander que me mandaba aquellos preciosos mails o el que me llamaba con voz suave para desearme buenas noches.

Al mismo tiempo que el taxi se detenía en la puerta del hotel y Alexander pagaba al taxista mi móvil empezó a sonar desde las más profundas simas de mi bolso. Revolví su contenido durante un minuto como una posesa, y por fin encontré el dichoso aparatito, que cada día los hacen más pequeños. Ni siquiera me dio tiempo a mirar quien me llamaba, aunque solo oír la voz quejumbrosa al otro lado supe que era Laura.
-¿Qué tripa se te ha roto ahora?-le pregunté de malos modos, refugiándome bajo los soportales del hotel. Me arrebujé en mi abrigo, pero el viento en esta ciudad norteña era tan fuerte que no había nada capaz de detenerlo.
-¿Te molesto?-me preguntó, sin necesidad; yo sabía que le daba igual si me molestaba o no.
-¿Tú que crees? Acabo de bajarme del taxi y todavía no he entrado en el hotel; hace un frio de tres pares de narices y este hombre me mira como si estuviese loca, de lo cual no le hago culpable. Más te vale estar muriéndote para haberme llamado.
-Me he enamorado-sollozó.
-La Virgen-exclamé por segunda vez en lo que llevábamos de día. No es que yo fuese irreverente, es que estas asquerosas de perdularias me obligaban a decir barbaridades.
-¿Te parece mal?
-Mira, guapa, a mi ni me parece mal ni bien, pero es que cada vez que te enamoras, tiembla el misterio. A ver, ¿quién es esta vez? ¿Un yogui, un santón, un sufí?
-No sé que quieres decir-susurró con voz sibilina. Es un chico al que he conocido en la sala de espera de Sara Patricia.
-Adiós…un chalado.
-No, bruja. Un chico muy especial que necesita toneladas de cariño.
-Ya, y tú, la buena samaritana, estás dispuesta a dárselas. Mira, déjame en paz, haz lo que te de la gana, pero si acabas recogiendo mierda de cerdo y de gallina, a mi no me vengas con milongas.
-¿No quieres saber más?
-No-le chillé, apartando el teléfono, en un vano intento de que me oyera mejor.
-Eres una cafre.
-Y tú una gilipollas sin remedio. ¿Sabes lo que te digo?
-¿Qué?-me chilló ella también.
-Que si, que quiero saberlo, pero mañana por la mañana. Cuando me levante, y depende de qué humor lo haga, te llamaré.
-Quieres decir dependiendo de como te haya sentado el polvo.
-Ordinaria-le grité.
Me colgó. Con todo el descaro del mundo, me dejó con la palabra en la boca. Cuando Alexander llegó a mi lado arrastrando el equipaje, estaba roja de furia y le dirigí una mirada airada. Se encogió de hombros, pero no me dijo nada. Con un ademán galante me invitó a pasar al interior del hotel. Bien…estaba ganando puntos para ser beato, al menos.

Beth29 de abril de 2012

11 Comentarios

  • Buitrago

    Querida Beth, insisto, esta joya debia estar en papel
    Un abrazo por este buen rato

    Antonio

    29/04/12 03:04

  • Beth

    Gracias Antonio. Cuando lo acabe supongo que estará en papel, para quien lo quiera, en lulu. Ahora habrá que ponerse de nuevo a imaginar nuevos capítulos....Otro abrazo para ti

    29/04/12 04:04

  • Creatividad

    Bueno, sigues haciendome reir a carcajadas, desde la aventura del bano y la llamada de tu Perdularias a tu encuentro con Alexander. Esos detalles son las joyas del vivir que tu los recoges, con una impecable gracia. Un besito muy fuerte!

    29/04/12 06:04

  • Beth

    El detalle del baño juro que me ha pasado muchas veces, recluída en un espacio minúsculo y rodeada de trastos. Ahora supongo que los chicos entendereis por qué en ocasiones las mujeres vamos al baño de dos en dos...para que la otra se quede sujetando el bolso, el abrigo...Pues eso, que es cosa harto complicada ir al baño por esos mundos de Dios.

    Besos, guapa

    29/04/12 06:04

  • Creatividad

    jajajajaja!!!!!:)

    29/04/12 07:04

  • Lumino

    Pero que capítulo más cortito. ¡ Vamos ponte a escribir! que no nos puedes dejar en la recepción del hotel. Muy divertido. Un saludo.

    29/04/12 08:04

  • Beth

    Sois explotadores, ¿Eh? Que es domingo. Ahora en serio, gracias por leerlo, y si, tengo que seguir, a ver si me llega la inspiración

    29/04/12 08:04

  • Davidlg

    A riesgo que quede como un tonto: ¿lo de publicaciones lulu es un chiste local o si existe?, digo en este siglo ya nada me sorprende.

    Por otra parte (madre superiora), creo que yo no soy nadie para negar una oportunidad, pero necesito que me hables más de Leticia, digo, sólo como referencia. De anastacia pues que te digo; no me niego pero ya he conocido mujeres así y creo que no congeniaríamos. Sería buena idea en contestar a través de un mensaje y así se evitarían las conversaciones inoportunas, en mi humilde opinión.

    Amiga, aquí poner un libro en papel resulta demasiado fácil si te lo propones. Lo difícil es colocarlo en el mercado. Me temo que la industria editorial en mi país es tan miedosa como un sentenciado a muerte, y esto hace que sólo se tomen en cuenta a las personas que ya cuentan con una imagen que los ampare en ventas.

    Pero en lo que pueda colaborar para ver tu trabajo culminado; cuenta conmigo. Un beso y un abrazo!

    =)

    29/04/12 11:04

  • Beth

    Gracias David, muchas gracias. A ver, si, claro que existe Lulu, yo tengo allí varios libros, unos seis creo. Yo la llamo la editorial de los pobres y no vendes nada de nada, la verdad sea dicha. Pero de todos modos tampoco tengo ese afán de vender, no escribo para hacerme rica (pobre de mi) sino por terapia, ya sabes. Pero me sirve para tener mis libros en papel, y arrullarlos como si fuesen mis bebés. Y de paso algunas amigas los han comprado, otras veces yo se los he regalado, y mi madre ha cumplido su sueño: ha visto varios libros escritos por su hija.

    Tampoco en España es fácil, a mi doscientas editorales me han propuesto coedición; pero mi vanidad no me llega a pagar la mitad del costo de la edición, no soy tan idiota (aunque lo soy bastante).

    Pero mira, te dejo este enlace para que veas que lulu no es una leyenda urbana


    http://www.lulu.com/spotlight/nefertiti1964


    http://www.lulu.com/spotlight/yehonala1964


    Es que tengo dos cuentas en lulu

    29/04/12 11:04

  • Danae

    jajajjaja ...Eso de la mirada airada a quien no corresponde también me pasa a mí ... Es que hay veces que las situaciones te llegan a desubicar totalmente.
    Bueno, es solo un pequeño comentario al caso. Por lo demás, reiterarte que esta historia es una joya, y que espero que dure y dure ...
    Un gran beso.

    19/05/12 11:05

  • Beth

    En el fondo, querida Danae, Guiomar creo que está sacando muchas cosas mías, y las peores. Soy una maestra en las miradas airadas inmerecidas y me temo que se lo he contagiado. Pobre alemán, se está ganando el cielo. Besos

    19/05/12 11:05

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