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La Real Orden de Las Perdularias 3

Una cosa que nos une a todas las Hermanas es el amor por las labores. Cada una tiene sus predilecciones. Yo confieso que soy algo patosa y solo soy capaz de tejer bufandas y chalecos. Mis amigos y mi familia ya no saben qué hacer con tanta producción, de diferentes colores, tamaños y formas. Sospecho que mi madre las regala a sus amigas de más edad, aquellas que por eso mismo ya no tienen la vista clara y no son capaces de observar los muchos fallos. Pero a mi me relaja y mientras mis dedos corren veloces tejiendo punto de arroz, de garbanzo, de avellana y otros cuyo nombre no recuerdo, pienso con más facilidad. Leo borda unos tapices preciosos, aunque la temática sea siempre algo violenta: animales peleando, monstruos devorándose entre si…Sara Patricia ha intentado analizar el porqué de tanta violencia soterrada, achacándola al desgraciado de su ex marido y a los malos tratos; pero como ella a pesar de su profesión tampoco es un modelo de cordura, se ha tenido que callar y dedicarse al punto de cruz. Me ha regalado unos cuantos cuadros nefandos; se supone que para el cuarto de baño, pero me niego a colocarlos. Necesito cierta paz a la hora de bañarme, pero sobre todo cuando me pongo mis cremas y me maquillo. Leticia hace ganchillo y todas tenemos alguna colcha suya en casa. La única que verdaderamente lo hace bien es Luisa Fernanda; sus bordados son primorosos, como de ella cabía esperar.
También nos encontramos extrañamente unidas empinando ligeramente el codo; aunque esto no lo hagamos en todas las reuniones sino sólo cuando ha pasado algo que necesita algo más fuerte que una taza de te o de café. Yo no soy de licores, me conformo con una copa de vino blanco, pero Sara Patricia y Leo le pegan fuerte al chinchón y a Leticia y Luisa Fernanda les va más el whisky a palo seco. Eso si, todo esto lo bebemos en tazas de café, para evitar la maledicencia, porque hay gente muy malpensada y podría achacar a efectos del alcohol ciertos cánticos arrabaleros que a veces entonamos cuando la cosa se va calentando. Al fin y al cabo, eso es lo que hacen los hombres en los bares, ¿no? Se ponen ciegos de copas y berrean como bestias cuando alguien mete un gol.
La última que se ha unido al grupo es Claudia. Ha sido Sara Patricia quien la trajo. En realidad es una de sus pacientes pero después de una terapia intensiva de seis meses seguía estando tan deprimida como al principio, así que decidió que si las Hermanas no éramos capaces de quitarle la depresión y las ganas de arrojarse al vacío, nadie podría hacerlo. Cuando llegó se quedaba callada durante horas, mordiéndose las uñas, con la cabeza gacha y mirándonos de reojo como un pajarillo herido. Y en cierto modo, algo se parece a un gorrión. A mi su presencia me ha servido para quitarme el honor de ser la más bajita del grupo; ella es dos centímetros más pequeña que yo. Guarda cierto parecido con Edith Piaf, pero es más guapa. Pero sus huesos son igual de frágiles. Antes se vestía siempre de negro y llevaba el pelo tan corto como si acabase de salir de un campo de concentración. A mi me quitaba las ganas de vivir verla siempre con ese aspecto de refugiada de la II Guerra Mundial y un día, más por mi que por ella, me la llevé de compras. No le dejé que eligiese nada y la vestí de con un traje de color rosa encendido, con zapatos de tacón negros y unas medias que disimulaban un poco sus piernecillas de niña de doce años. Cuando salió de la peluquería su pelo ya no parecía el de un perro mojado y llevaba las uñas de manos y pies del mismo color que el vestido. Leo me echó en cara mi mal gusto, pero me dio igual. Todas las Perdularias tuvieron que convenir en que su aspecto había mejorado y aquel fue el primer día que la vimos sonreír, aunque sospecho que las tres copas de chinchón tuvieron bastante que ver.

Beth06 de marzo de 2012

8 Comentarios

  • Davidlg

    JAJAJAJAJAJA... Magnífico como los demás. Permítame preguntarle algo. ¿La orden de las perdularias es un libro publicado o próximo a publicar? Si es así yo pago la mensajería. Felicidades, usted es una maravillosa escritora; resalta el oficio y el talento. Espero, algún día, ser tan bueno como usted. Saludos

    07/03/12 06:03

  • Buitrago

    Fantastico Beth, veo que tengo que retroceder ya que me he saltado algunas partes
    Un abrazo

    Antonio

    07/03/12 10:03

  • Beth

    Gracias por tan inmerecidos elogios. Es un libro en ciernes, de momento no hay nada más escrito que lo que aquí he publicado, voy a salto de mata y lo compagino con otra historia algo mas seria y convencional. Saludos

    07/03/12 10:03

  • Beth

    Hay dos partes más solo Antonio. Igualmente plagada de chaladuras. Otro abrazo para ti

    07/03/12 10:03

  • Danae

    Beth
    Entre , teje y teje, entre puntos de cruz y puntos de espiga, tiene tu relato ese puntillo de picardía femenina casi siempre inocente, pero siempre merecedora de sonrisas, con la que me siento totalmente identificada. Un relato venusiano que crea complicidad entre nosotras, las féminas, y que los marcianos deberían de leer con atención. A ver si aprenden ...
    Un gran beso, corazón.

    08/03/12 04:03

  • Beth

    Pues si, y a ver si de una buena vez encontramos un lenguaje común entre marcianos y venusianas. Intento reírme todo lo que puedo, querida Danae, porque las arrugas más bonitas son las que proceden de la risa. Besos

    08/03/12 04:03

  • Endlesslove

    Síii , insisto quiero entrar , puedo enseñarles a pintar , igualmente es una actividad agradable aunque también me gusta el punto en cruz y he hecho todos las imágenes de santos que han salido en bucilla.. Tengo envidia de esas tardes (no lo puedo ocultar) . Me gusta cantar música arrabalera, rancheras a pulmón herido ¿que más hago? ¿Qué más digo? ¡Como me vendo para que me acepten?
    Jajaj, es muy divertido

    09/03/12 02:03

  • Beth

    si ya estás aceptada, no tienes que hacer nada más. Las rancheras están bien y la música arrabalera mejor.

    09/03/12 06:03

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