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La Real Orden de Las Perdularias 31

Claudia haba permanecido callada todo el rato, pero apenas haba acabado yo mi breve discurso, se levant del sof y me encar, ponindose en jarras. Nunca la haba visto tan a la defensiva.
-Habamos hablado t y yo en la cafetera del aeropuerto cuando ibas a revolcarte con el alemn que uno no elige de quien se enamora, lo recuerdas?
Me qued tan sorprendida que supongo que si fuese verano me entraran unas cuantas moscas en la boca. Al final me rehce y consegu contestarle.
-Mira, guapa, a mi no me faltes al respeto. En primer lugar, mi vida privada es slo ma, y el que seas mi amiga no te da derecho a ese tipo de comentarios estpidos. Y en segundo lugar; s, lo recuerdo perfectamente. Pero no olvides t que yo no estoy aqu para juzgar nada, lo digo por ensima vez, y adems, t has sido la que me ha venido con el cuento, yo nada te pregunt y lo nico que hago es intentar ayudarte.
-Si, como lo haces todo, siempre queriendo imponer tu criterio a los dems. Lo de madre abadesa te lo has tomado muy en serio, me parece.
Aquello era el colmo. Esta cra estaba irreconocible.
-No os digo que os larguis ahora mismo con viento fresco porque soy una buena anfitriona. A mi me da igual lo que hagas con tu vida, preciosa. Quiz en el fondo te enfadas porque eres t la que tienes dudas. Si estis tan seguras de que lo vuestro marcha, adelante. A quin le importa? A mi, desde luego, no. T eres libre, como los pjaros. Y en cuanto a Nuria, ella sabr
La aludida haba permanecido como pegada al sof, mirndonos por turnos, y quiz tan asombrada o ms que yo de que la dulce gatita hubiese sacado las uas.
-Dime Nuria, t tambin crees queme meto en lo que no me importa?
-No, no lo creo. Es ms, supongo que estamos abusando de tu confianza. Al fin y al cabo, esto ni te va ni te viene.
-No exactamente. Yo quiero mucho a Claudia y siempre me importa lo que le pase a mis amigas. Pero qu puedo deciros? Supongo que tu marido y tu hija no saben nada, no?
-No, mi hija desde luego que no. En cuanto a mi marido, sospecha que hay alguien, pero piensa que es un hombre. Y no es que le importe. El nuestro-me explic-hace tiempo que es un matrimonio de pura conveniencia. l tiene sus historias por fuera y yo no me meto; pero hasta ahora a los dos nos vena bien seguir con la farsa de la familia feliz. Le acompao en las cenas de trabajo, le hago las comidas que le gustan y l se ocupa de que yo tenga todo lo que necesito.
-Lo que necesitashablamos de lo material, supongo.
-S. Y no me siento mal por ello- se defendi. Quiz no lo entiendas, pero llegamos a ese acuerdo. Yo soy enfermera, y trabaj hasta que naci mi primer hijo. Luego, como mi marido ganaba mucho dinero, llegamos al acuerdo de que me quedase en casa para cuidar de los nios ybueno, eran otros tiempos.
-Pero si no tienes por qu justificarte, Nuria, y menos ante mi. El caso es que ambas sois conscientes, supongo, de que no lo vais a tener nada fcil. Ni con tu hija, que ya te adelanto que no lo entender, ni con tu marido. Igual podra entender que te fueses de casa con un hombre, pero dudo que su orgullo resista la competencia femenina.
Las tres nos miramos, con impotencia. Claudia me pidi perdn antes de marcharse. Al final no habamos sacado mucho en limpio de aquella charla; aunque supongo que ellas salieron de mi casa con la idea de que yo no era una puritana dispuesta a enjuiciarlas. Y yo me qued con la triste sensacin de que a las dos les esperaban momentos muy complicados. Solo esperaba que su amor fuese lo suficientemente fuerte para salir indemnes.
Cuando se marcharon abr la ventana y me asom a la plaza, a aquellas horas desierta. El fro en la cara me sent bien, era lo que necesitaba para refrescarme y limpiar mis ideas. Aspir con avidez el aire helado que me quemaba la nariz y la garganta, y casi llegu a notar como enfriaba mis pulmones y me haca revivir. Yo, que soy la persona ms friolera del mundo, ahora necesitaba apagar el ardor que me estaba quemando por dentro. Ya no poda ms; a mi situacin personal se unan todos los problemas externos y senta que estaba tocando fondo. Me qued de bruces en la ventana hasta que not como me castaeteaban los dientes. Cuando apagu la luz pens, cual Escarlata OHara en sus buenos tiempos que maana sera otro da.
Y amaneci otro da ms, lluvioso y fro. A media maana mi hija me llam al trabajo para decirme que llegara dos das ms tarde. No me puso ninguna excusa, se limit a decrmelo, y como soy tan tonta, incluso pens que era una suerte que me hubiese avisado. Ya estaba tan acostumbrada a que la gente faltase a su palabra que no lo tomaba como una afrenta. Hasta encontraba disculpas para que Alexander me llamase siempre con prisas y pareciese estar en Babia al hablar conmigo. Una mujer normal le hubiese preguntado qu demonios le pasaba; pero yo nunca lo hara. Supongo que en el fondo no me haba liberado de la sensacin de ser la alfombra en la que todo el mundo tena derecho a limpiarse los pies.
Sin embargo, no hay mal que por bien no venga, y al no llegar mi hija hasta pasado maana, no tendra que renunciar a la reunin de perdularias. Hoy tocaba en casa de Luisa Fernanda. Siempre me daba cierto reparo ir all, porque su saln era como de exposicin, lleno de cachivaches, recuerdos, chucheras y perritos de porcelana. Las amplias ventanas emplomadas estaban tapadas por pesados cortinajes de terciopelo verde oscuro y las alfombras eran tan mullidas y espesas que me daba la sensacin de que mis tacones se clavaran all como en arenas movedizas y nunca conseguira salir. Y por si esto fuese poco, estaba el asuntillo de su marido y su prima. Cuanto ms lo recordaba ms me pareca que bien haba de inocente en ese almuerzo. Sin embargo, decid, por el momento, callarme como una muerta. Seguramente Leo, de saberlo, cambiara el adjetivo, y me dira que me haba callado como una puta. Tal vez tuviese razn
Cuando llegu solo faltaban Claudia y Anastasia, pero decidimos empezar con el caf y las pastas sin esperarlas. Cada una sac su labor. Yo estaba tejiendo un chaleco azul para Alexander. Lo haba empezado con mucha ilusin, pero ahora me costaba mucho retomar el trabajo de tejer; cada vez que tocaba la lana recordaba, por una parte sus caricias ardientes, y por otra su voz cada vez ms distante en el telfono. Decid olvidarme de l al menos mientras estuviese con las chicas. Al diablo los hombres, al menos durante un par de horas.
Luisa Fernanda estaba alegre como unas castauelas, y no cesaba de revolotear a nuestro alrededor, llenando las tazas, sirviendo ms pastas, ofreciendo golosinas. Para todas tena una palabra amable y cariosa, aunque no fuese precisamente de ese tipo de personas que ven lo bueno en los dems, sino ms bien todo lo contrario. Ella siempre encontraba un buen pretexto para criticar. Al final Leo, siempre tan directa, no pudo ms, y le pregunt, si he citar sus palabras textuales, qu coo le pasaba para estar tan contenta.
-Te perdonar la zafiedad-consinti, como una reina dirigindose a un sbdito. Y contestando a tu pregunta-hizo una pausa y se apoy de una manera que quiso ser lnguida y elegante en la mesa-estoy contenta porque mi marido cada da est ms atento conmigo. No sabe qu hacer para agradarme. Hasta me ha comprado un regalo. Lo he descubierto ayer escondido al fondo del armario, al lado de la caja fuerte.
-Es que rebuscas por toda la casa esperando encontrar secretos y regalos?-le pregunt Leticia mirando por encima de las gafas, porque siempre se las pona en la punta de la nariz para trabajar.
-No, es que sta limpia en esos rincones en donde en las casas normales se aposentan las pelusas y las araas, como es natural que sea-sentenci Sara Patricia.
-Bueno, y qu has encontrado?-quiso saber Leo, siempre directa. Desde ya te digo que cuando los tos se andan con tanto cuento es porque te estn poniendo unos cuernos tamao XXL.
Sara Patricia y yo nos miramos como dos espas conspiradoras, pero seguimos calladas.
-Pues encontrun collar precioso, de perlas negras, de dos vueltas, y con un cierre de brillantes en forma de mariposa. Divino-se extasi juntando las manos. Lo he vuelto a poner en su sitio, claro. Supongo que me lo dar el da de los enamorados.
Se qued callada al or el timbre de la puerta; pero como Luisa Fernanda, nobleza obliga, tiene doncella interna, no le tocaba abrir, sino esperar indolentemente en el saln, como la gran seora que era. Claudia y Anastasia entraron juntas. Y todas nos quedamos mirando al miembro ms reciente de la Orden; en parte porque era ms llamativa que la pobre Claudia, pero tambin porque cuando se quit el abrigo descubrimos un vestido tan escotado que casi se le vea el duodeno; aunque, eso si, debidamente adornado con un collar de perlas negras, de dos vueltas, con un cierre de brillantes en forma de mariposa. Se poda or el vuelo de una mosca del silencio que se hizo en el saln. Nadie se atreva a romperlo. La cara de Luisa Fernanda haba pasado de la palidez ms absoluta a la carnacin de una cereza del valle del Jerte.

Beth28 de junio de 2012

8 Comentarios

  • Nereael

    Ay, Jesús, que se masca la tragedia. Que buen capítulo, Beth. Claro que el marido de Luisa Fernanda, además de ser infiel, es que es idiota, o rácano, igual es que le hacían un descuento del 2 x 1, como en el supermercado.
    Cómo lo he disfrutado.

    28/06/12 05:06

  • Beth

    Ya ves Nerea...hombres. Yo más bien creo que lo tenía escondido y lo sacó para dárselo al pendón verbenero

    28/06/12 05:06

  • Nereael

    Ayyyyy, ¿que solo había un collar? Pues eso si que es peor, entonces es que es más idiota de lo que yo pensaba

    28/06/12 06:06

  • Beth

    Nerea, dicen las estadísticas, no yo, que cuando un hombre engaña a su mujer, es descubierto en el 80% de los casos. Cuando es la mujer quien decide engañar...te aseguro que se descubre en muchos menos. No se si es que somos más listas o engañamos mejor

    28/06/12 06:06

  • Didina

    Sabes que te sigo y me gusta lo que leo. bsos

    28/06/12 07:06

  • Beth

    Muchas gracias Didina, para mi es un placer y un honor tu presencia. Besos

    28/06/12 09:06

  • Creatividad

    Valla capitulo nos has entregado. Impersionante. Me ha encantado y podia leer 100 paginas seguidas de la manera que lo estabas relatando. Muy interesante..el siguiente rapido..saluditos.

    29/06/12 03:06

  • Beth

    Te aburrías de tanta perdularia, Creatividad. Así vamos poquito a poco. A ver si no le da algo a la pobre Luisa Fernanda, esperemos que no

    29/06/12 10:06

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