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Mientras Llega MaÑana 2

No tengo hambre, pero son las dos de la tarde, y tengo que comer, aunque sea por obligación. Bastante peso he perdido ya. Acabo de mirarme en el escaparate de una tienda y parezco un espantapájaros con este abrigo negro que me baila en los hombros. Por primera vez en mi vida, no estoy contenta de haber adelgazado. Me siento en una mesa al lado de la ventana; ya que estoy sola, me gusta ver pasar a la gente por la calle. Cuando llega el camarero le pido una ensalada y un vaso de agua. No soy capaz de comer nada más; la comida me produce náuseas y lo único que mi estómago tolera son las sopas y ensaladas. Me entretengo mirando a la gente que come en las mesas de al lado. La pareja de enfrente está discutiendo; ella se aguanta las lágrimas mientras él a duras penas contiene las ganas de gritar. Me entran ganas de decirle a ella que no se lo permita, que no tiene porque aguantar sus improperios en un sitio público. Sin embargo, los que están sentados a mi derecha son novios; eso se nota enseguida; porque comen con las manos entrelazadas y se susurran cosas al oído. Y a mi izquierda están dos ejecutivos de traje y maletín, comiendo deprisa un bocadillo y discutiendo detalles de algún negocio. La única que está sola soy yo; pero no es nada nuevo. Creo que hace ya mucho tiempo que vivo en soledad, aunque comparta mi vida con alguien. Por eso no me arrepiento de la decisión que he tomado, porque creo que es la mejor para todos. Solo me queda tener la suficiente presencia de ánimo para exponer mis ideas, y cuando llegue el momento, defenderlas.
Son poco más de las seis cuando llego a casa; a la que hasta ahora consideré mi casa, pero que pronto dejará de serlo. Es hermosa; está en una zona tranquila, en las afueras de la ciudad, con árboles bordeando la calle ancha; con el jardín, ahora despojado de flores y cubierto por el manto invernal; pero que pronto se adornará con rosas, prímulas, tulipanes y azucenas. Yo creé ese jardín de la nada, cuando vinimos a vivir aquí, hace más de veinte años. Cuando entro en la casa, cada paso que doy me cuenta desvelos y preocupaciones por mantener un hogar acogedor, por hacer de un edificio sin alma un lugar agradable para la familia; para una familia que se desgaja, que ya no existe. Dejo el bolso en el vestíbulo y me adentro en mi territorio, en la cocina. Yo elegí los armarios de madera de roble, la mesa, las sillas. Las grecas de la pared y cada palmo de suelo fueron escogidos con mimo y ternura. ¿Seré capaz de dejarlo todo de lado y marcharme? Se que me costará; por más que sean tan solo cosas materiales todo tiene para mi un significado, ha sido parte de mi trabajo, de mi quehacer diario. En mi habitación, que ahora es solo mía, pues Arturo hace dos años que duerme en el cuarto de invitados, está todo aquello que me define, que habla de mis gustos y de cómo soy. Mis libros en la salita contigua, mi ropa, mis zapatos, el cuarto de baño con cada bote de crema, de champú o de perfume. Las fotos de mis padres, de mi hija; toda mi vida en unos metros cuadrados que me han envuelto y protegido del exterior durante mucho tiempo; como si fueran un cálido edredón. Pero la crisálida que me protege ha de romperse, yo misma tengo que romperla, para salir a la luz y disfrutar de claridad el poco tiempo que me quede. Solo me falta el valor necesario para contarlo a las personas que deben saberlo. Esta noche daré el primer paso; y lo demás tendrá que ir poco a poco. Nunca he sido valiente, y me cuestan mucho los cambios.
Para calmar mis nervios me meto en la cocina, en mi reino protector, y entre fogones, ralladores, cuchillos y perolas, me olvido de los problemas que me acechan y doy rienda suelta a mi creatividad. Me gusta cocinar, me ayuda a evadirme de la realidad, y al aferrarme a cosas tan cotidianas como un trozo de buena carne, unas setas, un par de chalotas o el trabajo de ligar una salsa, hacen que me olvide de todo lo demás. Solo existo yo y los olores que se desprenden de mis fogones.
Beth19 de agosto de 2010

6 Comentarios

  • Ag

    Espero que pueda romper con todo lo anterior (que quede sin romper) y disfrutar del tiempo que le quede...

    Un saludo, me encanta pasarme por aqui y leerte.

    19/08/10 04:08

  • Beth

    Pues muchas gracias. Escribir sabiendo que alguien te lee es mejor. Y quien sabe lo que el destino le reserva a esta señora sin nombre

    19/08/10 05:08

  • Vocesdelibertad

    Mientras llega mañana aprecia la vida de manera distinta, mas sus anhelos se apagan con lágrimas, con leves toques por intentar el destino de los demás... mientras llega la noche oscura.
    Seguiré al pie de tu relato,

    19/08/10 07:08

  • Beth

    Y yo te lo agradeceré, querida Voces

    19/08/10 07:08

  • Endlesslove

    "toda mi vida en unos metros cuadrados que me han envuelto y protegido del exterior durante mucho tiempo; como si fueran un cálido edredón".

    Así se convierten algunos espacios en la vida cuando ya hay monotonía
    sigo..

    08/09/11 04:09

  • Beth

    Cuando no tenemos el amor de las personas, buscamos la seguridad que nos dan las cosas. Gracias por tus lecturas

    08/09/11 08:09

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