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Mientras Llega MaÑana 23

No fui capaz de contestarle a Diego, pero creo que tampoco él esperaba que lo hiciera. ¿Sería verdad que Daniel sentía por mi algo más profundo que una leve atracción provocada por la novedad y la cercanía? No lo sabía, pero es que tampoco me quería detener a pensarlo, quizá porque no deseaba alentar más fantasías que las que ya algunas noches, cuando no podía dormir, asaltaban mi mente. No tenía un futuro definido, había decidido vivir al día y no hacer planes, así que no era conveniente que otra persona formase parte de mi vida.
Cuando nos sentamos a la mesa ya me había recuperado bastante del impacto que las palabras de Diego me habían causado. Daniel había encendido el fuego en la chimenea, y se estaba bien. Fuera había empezado a llover. Le pedí que abriese una botella de vino, y cuando empezó a servir, Diego lo rechazó, diciendo que tenía que conducir.
-Venga, no seas agonías-le dije. Quédate a dormir, hay sitio de sobra, y te vas mañana. ¿A qué hora empiezas?
-Tengo la primera consulta a las once.
-¿Lo ves? No tienes ni que madrugar. Daniel, sírvele. Esta noche vamos a brindar por nosotros, por la vida, por lo que queráis.
Pero nada más empezar a comer, un dolor sordo en la boca del estómago y unas horribles arcadas me hicieron levantarme de la mesa. Daniel vino detrás de mí, y Diego se quedó en segundo plano. Apenas me dio tiempo a llegar al baño, y empecé a vomitar. Daniel se quedó conmigo, por más que le hiciese señas para que saliese. Cuando me recuperé, volví a la mesa.
-Después de que hayas empezado a tomar la medicina que te traje, se acabarán estas molestias.
-Eso espero-le dije, sentándome de nuevo. El me puso delante un te que me había preparado, y la marejada de mi estómago se calmó un poco.
-¿Estás mejor?-me preguntó Daniel.
-Si, gracias. Siento haber estropeado la cena.
-No lo has hecho; eso no tiene la menor importancia-me aseguró Daniel.
Pero si la tenía; al menos para mí, porque me hizo afianzarme en la idea de que no podía ni debía empezar algo con Daniel. Estaba muy enferma, débil y siguiendo un tratamiento que, aunque pensado para ayudar a curarme, también me dejaría importantes secuelas. No podía ofrecerle nada, y no era tan egoísta como para mantenerle a mi lado solo porque me estuviese enamorando de él.
Me fui a la cama muy desanimada, y dormí mal; es decir, apenas dormí. Cansada ya de dar vueltas, a las cinco de la madrugada me abrigué y fui a la cocina a prepararme un te. Cuando me estaba sentando para tomarlo, apareció Daniel, en pijama y con el pelo revuelto.
-¿Qué haces aquí? Deberías estar durmiendo.
-Tú también-le contesté.
Se sentó a mi lado y me cogió la mano entre las suyas. Me resistí, pero él no me liberó.
-¿Qué es lo que pasa? Estabas muy contenta cuando empezamos a cenar, y de repente parece que te haya pasado una enorme desgracia. Las náuseas desaparecerán en pocos días con esa medicina.
-Lo se.
-¿Entonces?
-No lo se, Daniel, déjalo, son cosas mías.
-Todo lo tuyo me importa. ¿Qué es lo que pasa? ¿De qué tienes miedo?
-De ti-le contesté, enfrentando su mirada
Acercó más su silla a la mía, y me tocó levemente la cara, con la punta de los dedos, en una caricia tan leve como si sus manos terminaran en plumas. Era extraño que un hombre tan grande pudiese mostrarse tan delicado. Luego me acarició la cabeza, ya completamente calva; y por extraño que parezca no me sentí cohibida. Me parecía algo normal estar ante él de esta manera, me presentaba tal como era; sin pelo, con la piel reseca y escamosa en algunos puntos, con los ojos enrojecidos, la cara desnuda de maquillaje, y toda yo vulnerable y patética.
-Nunca, nunca, debes tener miedo de mí. No tienes ningún motivo.
-No es miedo a que me dañes, sino más bien miedo a mi misma con respecto a ti. No me explico bien, lo siento. Pero yo me entiendo.
-Creo que yo también, al menos lo esencial de lo que quieres decir. Pero no olvides, Nefertiti, que no podemos luchar contra los sentimientos. Yo también lo he intentado, y no soy capaz. ¿Crees que planeaba enamorarme de alguien en este momento? Creo que solo he estado enamorado en una ocasión, ya te hablé de ella.
Asentí. Recordaba perfectamente el momento en que me lo contó. Cada conversación que habíamos tenido la tenía grabada de manera indeleble; porque con cada palabra que él pronunciaba, iba aprendiendo algo más de su manera de ser.
-Daniel, ¿qué tenemos, qué tipo de relación hay entre nosotros? Estoy confundida, no se qué hacer. Quizá lo más sensato sería que me marchase de aquí. Fui una tremenda irresponsable cuando me refugié entre estas cuatro paredes. Quería seguridad, y pensé que esta casa, que me había acogido en mi infancia, me la daría. Pero lo único que he conseguido es complicar mi vida, y también la tuya.
-No debes marcharte. En todo caso, si sobra alguien, soy yo. ¿Quieres que me vaya, que me aleje de ti?
¿Lo quería? ¿Deseaba levantarme cada mañana y saber que no le vería, que no oiría sus pasos en la casa, ni sus dedos corriendo por el teclado del ordenador? ¿Estaría mejor sin oler su colonia, o sin oír su música en el salón? No se si la vida sería más fácil sin mirarme en sus ojos grises cada mañana, o sin compartir durante la cena una copa de vino delante de la chimenea. Quizá escuchar ópera no fuese igual si lo hacía sola; y tenía el pálpito que oír la lluvia tras los cristales, sin él a mi lado, sentado en la vieja mecedora que había sido de mi abuelo, sería profundamente triste y una cruel condena a la soledad.
-Di-me preguntó, girando mi barbilla para que le mirase. ¿Prefieres que me vaya? Puedo hacerlo esta misma mañana.
No le contesté, las lágrimas no me dejaban. Y tampoco opuse resistencia cuando me abrazó; más bien me cobijé en sus brazos y me hice más pequeña.
Beth31 de marzo de 2011

9 Comentarios

  • Vocesdelibertad

    En realidad es un difícil momento por el que pasa, pero la propia vida se apiadó y le dio calidez en estos tiempos de angustia.
    Grandiosa historia, a la vez que envuelve y quieres conocerla toda, enseña.
    Qué talento el tuyo!

    31/03/11 11:03

  • Beth

    Ningún talento, querida Voces. Creo que simplemente ellos dos estaban en algún lugar y me usaron para que les sacase a la luz

    31/03/11 11:03

  • Norah

    Querida Beth, en verdad reitero mi decir sobre tu talento inmenso para los climas, para los personajes, beso inmenso.

    01/04/11 05:04

  • Norah

    Tambien creo que hay personajes esperando, para que un autor los escriba.

    01/04/11 05:04

  • Beth

    Si, Norah, yo estoy convencida de que no somos nosotros quienes les creamos, sino que más bien estos dos estaban en algún lugar, me encontraron ellos a mi y pensaron que sería buena idea que les diese vida. Pero ellos fueron quienes me eligieron, estoy segura

    01/04/11 06:04

  • Elisa2010

    BETH,,, NO SABES CUANTO ME ALEGRA QUE PESONAS COMOTU ME COMENTEN MIS TEXTOS PARA MI HESO ES DE MUCHA IMPORTANSIA PORQUE TU SI HERES UNA VUENA ESCRITORA Y ESO ME ALAGA MUCHO LLO TE DOY MIL GRASIAS POR PASAR POR MIS TEXTOS Y TE AGRADESCO DE CORAZON TUS COMENTARIO PORQUE HERES MARAVILLOSA COMO TODO LOS TEXTOS QUE TU PUBLICA TE FELISITO Y TE ADMIRO POR TANTA INTELIJENCIA Y BUENA ESCRITORA UNA ADMIRADORA TE DESEA MUCHA FELICIDAD

    03/04/11 08:04

  • Beth

    No me admire, doña Elisa, que simplemente estoy aprendiendo y haciendo algo que me gusta. Un beso

    03/04/11 09:04

  • Endlesslove

    “no podemos luchar contra los sentimientos. Yo también lo he intentado, y no soy capaz. ¿Crees que planeaba enamorarme de alguien en este momento”. Eso no se planea , sucede y más cuando hay en el corazón vacíos .
    “Más bien me cobijé en sus brazos y me hice más pequeña” . Yo también con tu relato me siento protegida por Daniel...

    11/09/11 07:09

  • Beth

    Cualquier no se siente protegida por este hombre. Te confieso que yo sigo todavía enamorada de Daniel, con permiso de Elena

    11/09/11 07:09

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