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Mientras Llega MaÑana 28

Me pareció natural despertarme a su lado a la mañana siguiente. Supongo que en algún momento habíamos abandonado el salón y llegado a la cama, pero no tenía muy claro cómo ni cuando.
-Buenos días, Nefertiti.
Me desperecé, pero en vez de salir de la cama me acurruqué de nuevo a su lado.
-Buenos días, Daniel. Tenemos que levantarnos, hoy va a ser un día ocupado.
Pero él siguió acostado, mirándome fijamente y delineando los rasgos de mi cara con su dedo índice.
-¿Por qué ocupado?
-Porque mañana te vas; hay que hacer la maleta, preparar cosas.
Se echó a reír.
-Tardo exactamente quince minutos en hacer la maleta, me voy por cinco días, no para un año. Pero, si, nos vamos a levantar y después de desayunar, saldremos por ahí.
-¿A dónde?
-No lo sé-me contestó, encogiéndose de hombros. A comer a algún sitio, pero cerca del mar. Me apetece ver el mar, pasear por la playa, ahora que todavía no se ha llenado de gente. En verano no lo soporto; pero en este tiempo es agradable oler a mar.
Salimos a la vez de la cama, y no me sentí mal por mostrar mi cuerpo maltratado, sino más bien liberada, por fin. Ya no había nada que esconder, ni nada que temer. Me había visto, me había palpado, me había amado, y me aceptaba; nos aceptábamos. Compartimos la ducha, según él para acabar antes; pero en realidad para no separarnos, para no romper ese hilo invisible que nos unía desde anoche. Los dos queríamos apurar el día de hoy, porque mañana él se iría. Aunque fuese una separación corta, a mi me dolía, precisamente ahora que las barreras se habían roto.
Decidimos ir hacia la costa del norte, donde el mar está permanentemente embravecido, incluso en los mejores días de verano. Daniel nunca había estado, y a mi me apetecía mostrarle ese paisaje fuerte, bravío, con el mar rompiendo, furioso, contra los acantilados y el viento azotando los árboles de los montes cercanos. Nos arriesgábamos a que no estuviesen todavía abiertos los restaurantes de la zona, porque apenas empezábamos el mes de abril, pero como la Semana Santa estaba muy cerca, yo confiaba en que alguno funcionase ya. Había un largo trayecto, que hicimos hablando y escuchando música, callando a veces, y haciendo planes. Le pedí que se dejase la barba de nuevo. Mañana era mi última sesión en bastante tiempo, y todos los efectos secundarios irían desapareciendo poco a poco, con lo cual ya no era necesario que él sacrificase por mí su intimidad. Podía entender perfectamente la incomodidad de ser el blanco de las miradas y la curiosidad de la gente. Para mi las cicatrices de Daniel eran una parte de si mismo, de su personalidad, como los ojos grises o el pelo rubio rojizo; las amaba porque le amaba a él. Pero no quería que pasase más incomodidades.
-Está bien, mañana dejaré de afeitarme.
-Y volverás a ser el vikingo misterioso.
-¿El qué?-me preguntó asombrado.
-Bueno, cuando te ví la primera vez, cuando me abriste la puerta, en lo primero que pensé fue en un vikingo. Ya sabes, por la estatura, el pelo, y esa barba pelirroja tan cerrada. Confieso que sentí algo de miedo cuando me estrechaste la mano entre esas manazas enormes. Me pregunté si estaría segura contigo.
-Pero a pesar de todo, te quedaste.
-Si, porque tus ojos te delatan como buena persona, y tu sonrisa. Y porque no tenía adonde ir-le dije, riendo. Ahora sin bromas, ¿cómo haré estos días sin ti?
-Ven conmigo, Nefertiti. Aunque creo que no te podré prestar demasiada atención, porque estaré todo el día en reuniones y charlas aburridas con la gente de la editorial. Pero las noches serán nuestras-me dijo guiñándome un ojo.
-No, Diego me mataría por saltarme la última sesión. Y además, pasado mañana llegan Elia y Carlos. Cinco días de abstinencia nos vendrán bien a los dos. Así, cuando nos reencontremos, todo será mejor.
-Hay algo que debemos aclarar. Y es que aunque venga tu familia o el mismísimo Papa de Roma, no voy a andar de noche de procesión por los pasillos.
-No entiendo. ¿Qué procesión? Las procesiones de Semana Santa son en la calle.
-Quiero decir que compartiremos la misma cama, no nos vamos a esconder.

-No, te prometo que no pasará nada de eso. Es más, mañana mismo traslado todas tus cosas a mi cuarto, a nuestro cuarto.
Y de repente se me ocurrió que quizá a él no le hiciese mucha gracia la visita. Al fin y al cabo, eran parte de mi pasado con Arturo. Decidí preguntárselo, para que nunca hubiera entre nosotros malos entendidos.
-Dime la verdad, Daniel, ¿te molesta que vengan Elia y Carlos? Debes decírmelo si es así, lo entiendo.
-No, no me molesta en absoluto. Sería tonto obviar que tienes un pasado, igual que lo tengo yo. Si les quieres, será por algo.
-Les quiero, si, les adoro a los dos, porque aparte de mi hermano son la única familia que me queda. Desde que llegué a sus vidas me acogieron con los brazos abiertos y se comportaron muy bien conmigo. ¿Cómo podría no quererlos?
-Ahora habrá que ver cómo me aceptan a mí-dijo, algo dudoso.
-Pues bien, ¿cómo sino? Me quieren mucho y estarán contentos de que yo sea feliz.
-Pero tu ex marido es su hijo, su hermano.
-Olvidas un ligero detalle: mi ex marido fue quien me puso los cuernos con su compañera de trabajo. Yo me acosté contigo ayer por primera vez, cuando ya estaba divorciada y era libre. Y además, vamos a dejar el tema. Me aburre, y tenemos poco tiempo para estar juntos. Te echaré mucho de menos, aunque hablemos todos los días por teléfono.
-Cinco días pasan enseguida. Y estarás muy ocupada. Cuando te des cuenta de que no estoy, ya estaré de regreso.
No estaba yo tan segura. En poco tiempo me había acostumbrado, quizá demasiado, a su presencia. Mañana sería la última sesión de quimioterapia, pero también la primera en la que él no me acompañaba. Había compartido más cosas conmigo en cuatro meses escasos que Arturo en veinticinco años. ¿Cómo podría no echarle de menos? Pero de ninguna manera quería ser un escollo en su trabajo, y acompañarle sería un error. Todavía no estaba bien del todo, y él debía estar con los cinco sentidos puestos en su libro, y no en preocuparse por mí. Además, tenía que dar dos conferencias, y por lo tanto, su única preocupación debería ser prepararlas y conseguir que todo saliese bien.

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Beth16 de abril de 2011

9 Comentarios

  • Norah

    Daniel nunca había estado, y a mi me apetecía mostrarle ese paisaje fuerte, bravío, con el mar rompiendo, furioso, contra los acantilados y el viento azotando los árboles de los montes cercanos...en verdad le has hecho conocer a Daniel el paosaje fuerte y bravió que es Elena, estupendo como siempre, beso amiga.

    17/04/11 01:04

  • Norah

    Daniel nunca había estado, y a mi me apetecía mostrarle ese paisaje fuerte, bravío, con el mar rompiendo, furioso, contra los acantilados y el viento azotando los árboles de los montes cercanos...en verdad le has hecho conocer a Daniel el paosaje fuerte y bravió que es Elena, estupendo como siempre, beso amiga.

    17/04/11 01:04

  • Beth

    Si, creo que por fin se ha dado cuenta de que bajo su apariencia suave es toda una amazona siempre dispuesta a la lucha.

    Otro beso para tí, mi hermana de luna

    17/04/11 08:04

  • Perro

    "Salimos a la vez de la cama, y no me sentí mal por mostrar mi cuerpo maltratado, sino más bien liberada, por fin. Ya no había nada que esconder, ni nada que temer. Me había visto, me había palpado, me había amado, y me aceptaba; nos aceptábamos" excelente manera de representar la mas pura forma de amor, me gusta, saludos bella Beth.
    Woow!

    17/04/11 08:04

  • Vocesdelibertad

    Beth:
    Motivas a 1000 la lectura con la descripción de cada detalle, las únicas novelas que he leído son de Izabel Allende, para mi una excelente escritora, de ese calibre es lo que escribes.

    Haces que nos enamoremos de los personajes y que se desee tener las próximas páginas.

    Un abrazo con CARIÑO

    29/04/11 07:04

  • Beth

    Perrito, muchas gracias por los comentarios

    29/04/11 08:04

  • Beth

    Querida Voces, el que me compares con Isabel Allende me emociona, pero de verdad creo que lo único que tenemos en común es que las dos somos de baja estatura y el nombre, porque yo soy otra Isabel. Pero ella es una escritora estupenda y yo solo una aficionada que crea personajes y situaciones. Un enorme abrazo, amiga

    29/04/11 08:04

  • Endlesslove

    “Si, porque tus ojos te delatan como buena persona”,. Ay como amo unos ojos que hasta versos le hice una vez. Yo también pienso que los ojos dicen más que muchas palabras, cuando la mirada es limpia , lo demás no importa .

    11/09/11 10:09

  • Beth

    Los ojos son lo más importante de una persona y lo que sirve para conocerla

    11/09/11 11:09

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