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Mientras Llega MaÑana 75

Ya estábamos todos juntos para pasar las fiestas. Al día siguiente de llegar mi hija le propuse que fuésemos juntas a recoger musgo para poner el Belén, como hacíamos cuando era niña. Y a media mañana, pertrechadas de un cesto, nos internamos en el bosque que hay detrás del monasterio y recogimos no sólo musgo, sino también muérdago en abundancia para adornar la casa. Úrsula aprovechó que estábamos solas para preguntarme por la salud de su abuelo, y fui sincera con ella: estaba bastante bien, pero teníamos que hacernos a la idea de que a partir de ahora cada día era como un regalo. Ya tenía bastantes años a sus espaldas y teníamos que cuidarlo mucho.
De vuelta a casa, nos detuvimos en el interior del monasterio, y nuestros pasos resonaban por los patios empedrados y las antiguas celdas de los monjes, ahora en ruinas. Le conté una vez más lo que aquellas paredes significaban para mí, por los recuerdos de mi niñez y los momentos felices que había vivido. Mientras avanzábamos cogidas de la mano se me hacía extraño pensar que pronto sería abuela. Es verdad que ya tenía edad suficiente para serlo, pero en ocasiones se me daba por pensar que la vida había transcurrido tan rápida que no me había dado tiempo a saborearla; no la había paladeado. La enfermedad vino a remediar este mal; porque ahora cada momento era único y cada día intentaba vivirlo como si fuese el último de mi vida. Porque podría serlo; y quería aprovechar cada minuto.
Dedicamos la tarde al montar el árbol de Navidad y el Belén, en un sitio lo suficientemente elevado como para que mis hijos no lo tocasen, porque las pobres figuras habían conocido tiempos mejores y ya aguantaban pocos desmanes. Los niños habían empezado a caminar dos días atrás, los dos a la vez, como lo hacían todo. Y si cuando gateaban había que vigilarles continuamente, ahora era bastante peor. No había en toda la casa sitio seguro para ellos. Menos mal que llegaban a las nueve de la noche agotados de sus correrías y travesuras, y se quedan dormidos sin problemas.
Arturo se dignó llamar aquella tarde para hablar con su padre. Fui yo quien cogió el teléfono; era la única que estaba cerca en aquel momento. Me pidió que le pusiese con su padre, y se enfadó cuando me negué a molestarle, porque estaba durmiendo la siesta en el sillón, al lado del fuego.
-¿No entiendes que está muy delicado y necesita descanso?
-¿Y tú no entiendes que es mi padre y tengo derecho a hablar con él?
-Todo el del mundo; pero no le despertaré para satisfacer tu capricho. Llama más tarde.
-Más tarde estaré en la fiesta de la empresa.
No quise oír más. Le colgué el teléfono antes de soltar todos los insultos que me quemaban la lengua. Me preguntaba cómo, en nombre de Dios, había podido resistir tantos años al lado de este egoísta redomado. Así me encontró Daniel cuando entró en la cocina.
-¿Qué te pasa? Pareces a punto de explotar.
-Acabo de hablar con el imbécil de Arturo; que me exigía que despertase a su padre, porque a él le será imposible llamar luego; estará en la fiesta del despacho-dije imitando la voz de pito de Paula.
Daniel se echó a reír y me abrazó.
-Cálmate. Atrás han quedado los tiempos en que tenías que lidiar con él. Ya está.
-Tienes razón. Esta será una Navidad distinta; ya estamos juntos. Esta vez no cenarás solo.
-Ni tendré que dudar si está bien llamarte por la noche.
-No, no te hará falta.
Y por fin llegó la Nochebuena. Mi casa estaba llena de risas, de alegría y sobre todo de mi gente, de mi familia. Esta Navidad nada en absoluto tenía que ver con la pasada ni con tantas Navidades insulsas que habían desfilado por mi vida. Úrsula y yo nos pasamos la tarde entera cocinando; y mi cuñada, aunque no ayudó, nos entretuvo con su charla, sus ocurrencias, y sobre todo cuidó de que sus sobrinos llegasen enteros a la noche; porque desde que habían empezado a caminar no había forma humana de mantenerles tranquilos.
No eché nada de menos porque nada me faltaba, y me limité a disfrutar de los míos, de verles a todos reunidos en torno a mi mesa. Si me acordé de mi madre, de Luís, y de Ernesto, el padre al que nunca conocí, y deseé que los tres hallasen la paz a sus atormentadas existencias como yo la había hallado.
No nos acostamos demasiado tarde; mañana sería otro día de celebraciones. Ya en nuestro cuarto, solos Daniel y yo, recordamos el último año que habíamos vivido, pleno de novedades, de noticias buenas y malas; aunque incluso de las malas habíamos sacado al final algo bueno.
-Solo pido que el Año Nuevo sea al menos como este que se está acabando-le dije a Daniel. ¿Tú que le pides al próximo año?
Siguió recostado en la almohada, con las manos detrás de la nuca, sonriendo. Y después de unos minutos empezó a hablar con aquella voz pausada que siempre me devolvía la calma.
-Yo nunca pido ni pienso en el mañana. Ha aprendido, después de tantos años, de vivir al día, sin hacer planes. Lo que tenga que venir, vendrá; no es necesario preocuparse por ello. Creo que hay que cambiar aquellas cosas que no nos gusten y que podamos cambiar.
-¿Y lo demás?
-Simplemente enfrentarlo, cada uno a su manera y como pueda. En su momento, cuando toque. No sirve de nada adelantarse a los acontecimientos.
Me reí recordando que desde pequeña yo siempre hice eso mismo: adelantarme a todo lo malo. Incluso cuando hacía alguna travesura, la confesaba a mi madre antes de que ella se enterase, porque sabía que se daría cuenta, y ya que me tenían que castigar, quería recibir el castigo ya. Se lo conté a Daniel, y le hizo gracia.
-Ese es un defecto grave de tu carácter. Siempre piensas lo peor, y te adelantas a los acontecimientos, con lo cual acabas sufriendo antes de que sea necesario hacerlo.
-Pero es que el Mañana siempre llega-le rebatí. Y hay que estar preparados para afrontarlo.
-Pero entretanto, Nefertiti, hasta que llegue Mañana, no podemos olvidarnos de vivir el Hoy, plenamente, saboreando cada momento y sin dejarnos llevar por el miedo al futuro.
Creo que me convenció este hombre que me había cambiado la vida de que Mientras llega Mañana, debo vivir el presente. Ese sería mi propósito para el Año Nuevo: vivir cada día como si fuese el último y agradecer lo bueno de mi vida, tratando de mejorar lo que pudiese haber de malo.
Beth18 de septiembre de 2011

15 Comentarios

  • Beth

    Y hasta aquí hemos llegado. Daniel y Elena se van a campos más verdes. Muchas gracias de todo corazón a quienes habéis tenido la santa paciencia de leerme y comentar. Ha sido todo un placer compartir estas locuras mías con vosotros. Un enorme abrazo

    18/09/11 05:09

  • Endlesslove

    Beth , Un placer haberlo leído, sufrí, gocé y me enamoré a través de tus palabras, ah y rabia también sentí ( cada vez que aparecía Arturo) .
    Conmigo lo has conseguido, que me enganchara en la historia y la viviera minuto a minuto. Amo estos personajes y me quedo con el final que no podía ser otro: vivir el momento que es lo único que tenemos mientras llega mañana.

    Un beso inmenso y gracias por este regalo

    Desde Colombia , mis cariños
    Susana

    18/09/11 05:09

  • Beth

    Querida Susana, comentaba hace unos días con la persona más importante de mi vida aparte de mis hijos que había una chica con paciencia franciscana que iba leyendo capítulo a capítulo esta locura. De verdad que te doy las gracias por tu atención. Un beso

    Mabel

    18/09/11 06:09

  • Vocesdelibertad

    Beth:

    He apreciado tus páginas en toda su dimensión, has hecho que trajera a la mente recuerdos pasados valiosos, me encantaron cada uno de tus personajes y la historia completa guarda ese gran valor final, vivir cada día como si fuese el último, difícil sí, pero con la práctica diaria se logra luego de manera sencilla.

    No puedo más que felicitarte eres una escritora especial, de la talla de mi querida Izabel Allende.

    Te dejo un abrazo fuerte con todo mi cariño y admiración.

    20/09/11 08:09

  • Beth

    Ay querida Voces, tus palabras me llegan al corazón, aunque esté muy lejos de la gran Isabel Allende, con quién lo único que comparto es el nombre. Para mi ha sido un enorme placer tenerte como lectora y no se cual es la manera apropiada de darte las gracias; creo que todas se quedan cortas.

    Un enorme abrazo

    Mabel

    20/09/11 08:09

  • Serge

    Beth:
    "Yo nunca pido ni pienso en el mañana. Ha aprendido, después de tantos años, de vivir al día, sin hacer planes. Lo que tenga que venir, vendrá; no es necesario preocuparse por ello. Creo que hay que cambiar aquellas cosas que no nos gusten y que podamos cambiar.
    -¿Y lo demás?
    -Simplemente enfrentarlo, cada uno a su manera y como pueda. En su momento, cuando toque. No sirve de nada adelantarse a los acontecimientos".

    Amita, he quedado emocionado, creo que los finales siempre son emotivos.
    Eres una maestra de la narración, pareces un pez en el agua. Me siento orgulloso de leerte y de aprender de ti.
    Con el corazón en la mano te aplaudo.

    Un beso inmenso de sergei y sergio.

    20/09/11 08:09

  • Beth

    Pues a los dos, a mi Sergei, mi gato preferido, y a mi amigo Sergio, les doy las gracias de todo corazón por haber tenido la paciencia de seguir mis locuras. No soy maestra de nada, más bien aprendiz de todo; pero escribir me sirve para sacar fuera mis fantasmas e intentar de alguna manera ser mejor persona. El placer ha sido mío de contar con el lujo de tu lectura

    Un beso cariñoso a mi querido gato

    20/09/11 08:09

  • Norah

    No soy maestra de nada, más bien aprendiz de todo;
    Es allí, donde radica la verdadera sabiduría, chau.

    23/09/11 09:09

  • Beth

    Sabiduría es la que tú tienes mi querida hermana. Un beso

    25/09/11 10:09

  • Armandoquiroz

    Hola, un placer el leerte.

    Muy bueno.

    Saludos desde Perú.

    29/09/11 11:09

  • Agora

    Enhorabuena Beth! asi hasta se entiende una navidad: nace en tu fin todo lo importante y esencial para vivir!
    felicidades! he tardado pero he llegado contigo al 75, muchas gracias, ha sido un placer de lectura! abrazos!

    30/09/11 12:09

  • Beth

    Te agradezco tu lectura y tus palabras, Armando. Hermoso país el tuyo. Saludos

    30/09/11 12:09

  • Beth

    Muchas gracias Agora por haber llegado al final, no podrías hacerme mejor regalo. Un sincero abrazo

    30/09/11 12:09

  • Armandoquiroz

    epa! tienes razón Beth, hermoso mi País, mas su gente... SON DE LO MEJOR!..

    SALUDOS!

    30/09/11 12:09

  • Beth

    Pues si, al menos los que yo conozco. Gente que viene de antiguos linajes y mucha sabiduría

    30/09/11 08:09

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