A veces, amor, el pasado vuelve
y nos hace daño,
abre una herida que creíamos cerrada,
se nos enreda en el pelo
y abre las fauces para que
nuestra mente vuele atrás,
a todos esos años en que
yo no era, tú no
estabas, y la vida fluía,
sin importar nada.
Y entonces, amor, yo te
busco, reclamo tu mirada,
me recreo en tus ojos
y te pido que me ames
como si no hubiera mañana,
aunque mi piel ya no sea fresca
y toda yo parezca, a veces, cansada.
Y cierro los ojos a todo
lo que no sea presente, porque
no quiero sufrir para nada;
prefiero olvidar todos los momentos
que has vivido antes, esos
en los que yo no estaba.
O quizá si estaba, escondida
en ese lugar donde también
yo a ti, amor mío, te guardaba.
Un lugar remoto, donde
la pena no alcanza,
donde todo es inocencia
y yo tengo otra vez
cubierta de pureza la mirada.