La soledad de los domingos
tiene los dedos más largos
y afilados que la de los lunes
o de los miércoles.
La soledad del domingo
se viste de tules y sedas
y cuando te descuidas
te abre las carnes, rebusca
en tu pecho, te arranca
el corazón, lo estruja
entre sus dedos y se lo queda.
Y a poco que pueda se
bebe gota a gota tu sangre,
mastica tu alma y
se deleita en tus recuerdos
para arrastrarlos por la vereda.
Da rodeos en la sombra y se
hace un hueco en tu pecho,
camina despacio entre senderos
oscuros y con manos de
acero te arranca la ropa
y te posee con cruel desenfreno
hasta que te deja, tendida,
medio muerta, con la piel
teñida de hiel y de tormenta.
Pues amiguita, no estas sola, que lo sepas. Para eso estamos aqui nosotros. Un beso muy fuerte!