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Caderas

Me gusta ir a visitarte, señora casada. Me gusta verte caminar, hacer tus cosas, hablar contigo.

Tu esposo es mi amigo, camarada, casi hermano. Pasamos sin duda noches de borrachera compartiendo historias y experiencias.

Pero tú eres una linda sorpresa eventualmente programada.

Sonríes y el mundo luce hermoso; te ríes abiertamente de lo que digo y me enamoro. Disfruto eso.

Y luego, como si adorarte entre la luz y la sombra no fuera suficiente para ti, andas con esas caderas que incitan a la labor más primitiva de la reproducción, moviéndote al mismo paso de mi enamoramiento.

Sé que hay algo entre tu alma y la mía. Sé también lo que pesa aventurarme en tu universo de carne hermosa y risueñas caricias visuales.

Sé que si la apuesto, perderé mi vida y, que si no, perderé la tuya.

A este punto, te amo y siento volar aun sin verte, con la hélice de mis recuerdos y mis frases tontas, como artistas de sonrisas en tu cara.
Bierrodot07 de abril de 2024

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