Grita al abismo desnudo
una tarde roja y ocre.
Implora al cielo de sangre,
encuentra un sitio donde
encadenar tus suspiros
en una elegía de tonos mates.
Cuando te hayas refugiado
deja que caigan las lágrimas
de tus ojos de oro negro
y hazme un collar con ellas
antes de que rompan en el suelo.
Ahora adéntrate en la noche
huyendo de tus recuerdos.
Te reto a que te olvides
de todos nuestros momentos.
Cada caricia, cada risa
cada mirada, cada silencio.