Tierras,
conquistadas
bajo mis piernas
prisioneras,
sorben la sangre
de la voz
y la barbarie.
Capitanes,
sargentos,
soldados,
pintores y poetas.
Perdieron almas,
lágrimas
y madre,
por hacer libre
el cuerpo
y su recuerdo.
Ecos,
de lo que ya no somos,
vendidos
ante lo cómodo.
Mis ganas,
eternas
y extremas,
se pudren
bajo la inyectada
desidia,
...no piden
hoy venganza.
Se conforman
con menos
de una vida,
con apenas
un pestañeo,
con el simple
hecho,
de no ser un necio.