A la tierra.
En la brecha
del sufrido secano
donde golpean las suelas
de aquellos destinos
que con soberbia
la han rebautizado.
Esputando suspiros
hipotecando lágrimas,
maltratando palabras,
desgarrando las almas.
De ecos, se disfraza
lo que apenas fue reflejo,
fue esperanza
y fue talento,
evaporándonos en la distancia
y su tiempo.
A la tierra amo y culpo
sin poder hacer más por ella,
que gritar como un loco,
como un sádico,
como un anciano.
Dudo y desconfió
de lo que creo y siento
sin el calor del abrazo,
sin el sabor de la caricia,
sin la sonrisa de unos labios.
Pese a ello, hoy, ¡ahora!,
sigo sin ignorar la tierra
que me ha alumbrado
y mal criado.
Tierra, a la que tanto amo,
ante la que callo
y cada día,
con fuerza me abrazo.
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Tu calidad literaria es totalmente incuestionable,,,tu sentir,creo que tampoco....llegas muy,muy adentro.Impresionante,conpañero Buitrago.