En mi pecho madre, en mi pecho.
Guardo de la vida, la fragancia del recuerdo,
y atesoro, nuestros muchos sueños.
Ante ti me presento como vine al mundo,
descalzo y desnudo. Ante ti madre, y solo ante ti,
se derrumba mi sentir.
¡Escucharme! No habla la boca,
es la sangre, son las entrañas, espíritu del cielo y el agua.
Son las estrellas y es el alma.
Somos memoria, polvo, vísceras.
Vientos de paz entre los brazos de la tierra y el mar.
¡Somos mamá! cuanto un corazón puede soportar.
Muchas veces me pregunté
cuál es la medida de mí querer.
Incapaz de calcular, me volví y volví a preguntar.
Al despertar, quise correr y también gritar,
al sentirme afortunado por saber
que sin precisar de sumar, nadie te amara igual.
No existe nadie capaz de querer a este loco mundo,
a nuestra tierra de llanto y piedra o, a mis venas ya negras,
como a ti madre, te quiere y querrá este orgulloso mortal.
Dedicado a mi madre, y no por ser el día de las mamás. Pues como dice mi amiga Lola, ella/ellas no leen estas cosas, el homenaje es para nosotros mismos por la fortuna que sin darnos cuenta tenemos los que seguimos disfrutando de ellas.
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