En bajo nivel de conciencia escucho el susurro del viento del sur
Que me aconseja entregar mi oscuridad al placer mundano
Partiendo en dos mi corazón como sacrificio a los dioses de piedra
Que estampados en el monolito de cristal reciben mi holocausto y se manifiestan
El relámpago estalla en voces que sacuden las tinieblas
Despertando a los seres que yacen bajo sospecha del mal
El libro enlazador de mundos es leído y empieza el orador
A fluir entre cánticos teológicos de alabanzas estrechas vaporizantes
En ese éxtasis de sensaciones febriles y sin mácula me asomo
Al espejo de oxidiana para que refleje mis negros deseos
Y mi clandestino proceder reanime la antorcha que el tiempo
Había dejado suspendida y la penumbra reinaba en mi interior
El caminante del cielo aparece entre nubes que se rinden a su paso
El tiempo pasa por mi mente dejando en mi memoria el sabor
Amargo del fermentado elixir seductor de tu cuerpo conquistado
Y el dulce recuerdo de tus exquisitas formas y el sereno momento
Así en caída libre retorno al punto de partida tras la pelea
Que sentenció mi estadía solitaria, con el triunfo a cuestas,
La mirada perdida y mi vapuleado cuerpo sentenciado a respirar
Copal para retribuir a la energía descargada en semejante ritual