A menudo, solo la evidencia de lo real acaba por forzarnos a la necesaria reflexión que, paradójicamente, ya no es de ninguna utilidad. Es entonces, cuando ya nada importa, que nos revelamos contra nuestras propias acciones, y cuando la sola posibilidad de poder remodelar algún retazo de nuestro pasado, se convierte en el mejor de los sueños y la peor de las pesadillas. Imagino a poderosos hombres postrados ante la agonía de su final, lamentando tan profunda como inutilmente su propio legado, conscientes de sus tremendos errores, de la insignificancia de las partes ante la contemplación del todo. Deberíamos atender mejor a las angustiosas revelaciones que derivan del sufrimiento.
Tuve a alguien muy cercano que al saber de su inminete muerte cambi? totalmente su forma de ser, se volvi? humilde y se hizo querer....Si lo hubiera hecho antes ...!!habr?a sido m?s feliz!!.