Todo el esfuerzo que hice para no ser débil no significaron nada, bastó con tu mirada para entender que no he cambiado en lo absoluto. A pesar de que solíamos conocernos, fuimos unos extraños que parecía que nunca habían platicado, eramos unos completos desconocidos. Sabes que era divertido escribir nuestras verdades mientras entendíamos la vida, no se nos complicaba nada. Los años me habían ayudado a olvidar, sé que me equivoqué, no me contuve ante verte por primera vez. Ese dolor que te agobiaba lo sentía yo también, porque pertenecíamos el uno para el otro, sosteniendo cada sentimiento. Tu silueta era tranquilidad, aunque no pude evitar notar la inseguridad de mis emociones, pronunciar una palabra me fue imposible. Me había dicho que no tendría estos pensamientos otra vez, pero no puedo controlarme cuando estás acechando mi mente en cada momento. Creo que aun así estoy dispuesto a volver a lo que no terminamos, sigo enganchado a tus ideas, al igual que a tus palabras que nunca dejaron de acariciarme cuando nada lo hacía.

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