No sé ni como empezar a escribir, a escribirte. Nunca había tenido esta sensación tan rara. Mezcla de felicidad y tristeza, entusiasmo y desilusión. Un querer y no poder. Una lucha interna y externa por volverte a tenerte. Me río y te lloro. Me va asfixiando este vacío que no acabas de llenar, porque cada vez lo vas vaciando más.
Maldita noche perfecta de verano. Dos cuerpos siendo uno, dos almas conectadas. Tu pelo rubio entre mis dedos, caricias infinitas, noche reversible. Pero llegan terceras personas, y cuartas, incluso quintas... Y qué hago yo si fue algo tan rápido (para ti) como una simple borrachera. Y qué hago yo si desde aquel verano todos mis Ángeles llevan tu rostro delicado... Da igual a quien conozca, da igual cuantas personas pasen por mi vida, ninguna llegará a eclipsar como tú sigues haciendo. ¿Queriendo o sin querer? Nunca lo sabré. Lo que quiero saber es como deshacerme de tu magia. No quiero que esos luceros me vuelvan a mirar, joder claro que quiero, pero que me miren con amor correspondido. No sé que escribo, me quedo sin palabras antes de empezar, sólo me sale temblar. Quédate y no vuelvas a desaparecer con el anochecer.
