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JosÉ Eulogio

En el Café Central, en la Plaza de José Eulogio, un limpiabotas invidente atiende a los caballeros que los domingos de feria, como se acostumbra a decir en la localidad, toman el aperitivo pensando en el partido de la tarde en el estadio.

Le llaman “El locutor”, Mariano y también “el lustra”. Suele narrar los triunfos y las hazañas del pelotero más famoso de la ciudad, quien fuera ídolo de grandes y pequeños, José Eulogio Mariño, “el ciempiés”. Y lo hace, unas veces de memoria otras inventando sobre la marcha, mientras recobra el brillo de escarpines, botas y demás zapatos.

Alguno de sus clientes incluso, cuando sobre el césped resultan adversas las expectativas y el día se pone negro a pesar del sol, toda vez que la cuadrilla local abandona “el coliseo” con la cabeza gacha, de vuelta en el Café, solicita un carajillo bien cargado y piden “al locutor” que narre para todos aquella galopada del “ciempiés”, famosa, que años después inspirara a tipos como Maradona, Ronaldo o Messi…

Por suerte, nadie le ha contado que la bala de cañón empotrada contra su rostro una tarde de brioso fútbol, fue impulsada por los rudos borceguíes de su aclamado ídolo. Nadie le ha contado que José Eulogio apagó la luz en su cabeza de un puntapié capaz de romperle las gafas, de astillar los vidrios de las mimas- luego afilados verdugos de sus córneas- sin descalzarse siquiera.
Cix23 de marzo de 2016

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