Nostalgia pesarosa en la mirada
de ojos otrora rutilantes, ahora deslustrados,
marcada por el devenir de la nada
que sobrecoge sus ánimos agotados.
Profundas huellas en la piel impresas
dejan ver la estela de una vida agitada,
estrías horadadas del tiempo presas
salpican esta su funda acartonada.
Celos de ese pequeño grillo
que se mueve y salta a su antojo
con gracia repitiendo su estribillo
lleno de desparpajo y sin sonrojo.
Mas no es el marchitar ni el deterioro
lo que turba el transitar de su alma,
ni tan siquiera el pronto velatorio
que precederá la llegada de la calma.
Es la fría soledad y la cruel añoranza
tras una centuria de cálidos inviernos
dormidos con amor y templanza,
soñados con caricias y besos tiernos.
Es la ausencia al otro lado de la cama
de la ternura cultivada compartida,
es el lento perecer de una llama
entre dos insuflada durante toda una vida.
Es el saberse un personaje secundario
en un mundo que no le entiende
y a cuyos dogmas el se muestra contrario
ante la arbitrariedad de lo que se vende.
Valores de otros tiempos se diluyen
como si del movimiento de la saeta
surgiera una moralidad secreta
donde las pretéritas costumbres huyen.
Sentimiento de invisibilidad
en una aislada sociedad apiñada
sin hueco para la espiritualidad,
todo vale, aunque sea una canallada.
Desde hace mucho ya, vencido,
espero para mi los designios
que me tiene reservado el destino
preparados por mi Dios.
Tu sabes que lo leí dos veces, en la segunda, tuve que traer a mi espíritu de nuevo...pues se había quedado en algunos de tus versos.
Profundo, de los textos que realmente me gustan
Saludos.