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Vivir En la Calle. Antes y Después.

El calor es horrible. Mi piel escamosa pegoteada de sudor. Voy reptando por las calles grises, donde el asfalto se funde al sol creando horribles olas de olor rancio. Arrastrándome. Trepo por las paredes mohosas esquivando los grafittis. Y me camuflo. Es mi mejor arma. Mi única. Mi rostro agrietado y sudoroso copia la mueca de esos seres raros que pueblan esta ciudad fantasma. Los veo cargados del hastío de una vida en la que no arriesgan. Su mueca de disconformidad y descontento en la cara. Sonrisas, ah, palabra sagrada reservada solo a los dioses. No las encuentro aquí, en este purgatorio llamado calle. Voy revisando la basura, como al descuido, para que nadie lo note. Buscando algo que le de alimento a mi corazón desfalleciente. Hurgo en todos los tachos, y me escurro dentro de los containers. La basura podría ser mi vida. Ahí busco. Pienso en esa canción, "Busco acaso un encuentro, que me ilumine el día..." y mi boca partida de dolores cambia la mueca. Alguien me reconoce como el camaleón que soy. Y da la alarma. Muchos gritan. Me increpan. "Como castigo deberíamos obligarlo a leer a Kafka!"...Me creen retorcido. Una bestia semihumana. Una abominación. Vuelvo a mi forma gris. Me escapo al rincón, y me hago un bollo. Mis manos sujetando mis rodillas y mis ojos lloran. Las lagrimas hacen correr la tierra adherida a mi cara de tanto reptar como el veneno de la serpiente. Mis ojos ya no lloran, son tormenta. La mugre se va convirtiendo en barro. Me ahogo en mi propio pantano de alma muerta...Alguien posa una mano en mi hombro. Me da miedo, pero de a poco, para no marearme en esa vorágine de vueltas humanas, retiro mi rostro de mis manos. Y veo brillo. Ah, dos estrellas que brillan como el sol. Dos ojos. Y una sonrisa...dos...diez...cien. Loados los dioses que se acuerdan de esta miseria semihumana.
"Como estas?", murmura la sonrisa... y extiendo mis manos, suplicantes. Muchos abrazos me rodean. Muchas ganas. Muchos corazones. Con el pico voy rompiendo el caparazón. Voy saliendo del huevo, hacia esa calidez que me llama a resucitar. Duele, pero veo luz. Calor. Amor.
Mis pies torpes, tropiezan. Como tantas veces. Pero esas sonrisas me ofrecen apoyo. Me guían. Me sostienen.
Con mucho cariño me ayudan a extender las alas. (¿Tenía alas?)... y salimos a volar juntos.
Despierto de mi ¿sueño?...ya no importa. La luz baña mi rostro. Y ya no veo a esos chicos de la sopa. Veo a mis hermanos compañeros de camino, de vuelos y de sueños. Y miro al cielo... Y sonrío.
Que lindo ayudar a extender alas que nos lleven a volar mas allá de los sueños!!!!!!!!!!
Tuyos...de el...míos...NUESTROS!
Cuentosdelacalle11 de mayo de 2017

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