DISONANCIA
Cuantos brazos acunaron tus vigilias
Urgidos por deseos maternales
Capaz de muchísima ternura
Rescatado de otros, peligrosos y letales
Era un príncipe angelado y su destino:
Sondear con tino el alma femenina
Buscando el brillo del sol atesorado
Oculto sin saber, tras bambalinas
Sólo supo de amor y de alegrías
De cuidados extremos y esmerados,
La claridad del blanco que encandila
Y la entrega en los ojos abnegados
¡Le gustaban tanto las mujeres!
Por no contradecir las consentía
Adorado por todas y resguardado
En su altar de burbujas se erigía
Atendiendo sólo sus afectos
Se olvidó de él y su naturaleza
Confesó que en su cuerpo masculino
Una mujer anhelante y fiel se expresa
Descubrió un mundo subyacente,
El miedo en miradas transformadas
-¡Sacrilegio!- mientras se persignaban
Y almas que lo expulsan profanadas.
Hoy no entiende que pecado ha cometido
Que culpa en soledad de anocheceres,
Quizás sentirse una de ellas
En su mundo plagado de mujeres
dalu