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El Oso y El Nabo

El ”oso” y el “nabo”, eran dos amigos inseparables, seguramente producto del decantamiento natural a la hora de elegir los compañeros para los picados de la canchita de la esquina.
Casi siempre quedaban últimos, alegaban que por lentos, uno por su voluminosa figura; el otro, por su extremada tranquilidad y excesivo análisis de las jugadas. Ya era
El “nabo” era un estratega que conocía al dedillo los talentos y debilidades de cada uno, por eso cuando pasó lo que pasó, los demás cerraron los ojos y ¡qué sea lo que Dios quiera!.
Claro, ¡¿quién iba a imaginar que para el clásico con los de la villa, medio plantel costumbre verlos al costado de la cancha: a uno monologando y al otro asintiendo con la cabeza sin emitir sonido, sólo el producido por el engullamiento de algún sánguche de mortadela.estuviera con varicela?! ¡hasta el arquero cayó! Cuando el Roque y el Cristian fueron a pedir una prórroga por enfermedad se les cagaron de risa.
-¡La prórroga te la vamo a hacé el Domingo, te la vamo!
Totalmente desalentados y convencidos que era inútil presentarse, estaban dispuestos a colgar los botines. Y cuando el “nabo” les dijo que había una posibilidad se percataron de su presencia y lo miraron como a bicho raro
- Le podemos decir a mi hermano, me debe una y no se va a negar, - habló muy seguro el “nabo”
- Pero… -se escuchó un murmullo de desaprobación-
- Escuchénme! No tenemos tiempo ni opciones para elegir- enfatizó el “nabo”-
A ver, vos Cristian, vas a jugar de cinco
- Ni en pedo! – aseguró ofendidísimo Cristian
-Sos el único capaz de tener la perspectiva general del juego, sabés cuando moverte, cuando parar, vas a ser el encargado de pasar la pelota al compañero mejor posicionado…- continuó el “nabo” haciendo caso omiso al comentario
El semblante de Cristian se fue relajando, el murmullo se fue apagando…
- Mi hermano y el “rata” van a ser los defensores, ¡es importante que no te pegués rata! Sino no sabés lo que va a hacer el rival…-
Ya el silencio era absoluto…
- Vos Marlon, que te gusta correr, vas de siete, ¡pero no te la morfés! Pasásela al Román que va de nueve.
- ¿Y el arquero?- preguntaron al unísono
- -el arquero va a ser el “oso”- respondió
A esa altura, nadie se animó a objetar nada.
-Oso, vos tenés que hacer de cuenta que el que te quiere hacer el gol además te va a comer el sánguche, ¿entendiste?-
-Claro! Respondió el “oso”, dispuesto a defender con la vida el arco… y el sánguche.
¿Quiéren saber cómo salió el partido? Lo siento, pero será en otro cuento…













EL PARTIDO

Ese domingo amaneció con el cielo cubierto por densos nubarrones que amenazaban descargar su contenido en cualquier momento. El partido, programado para las catorce horas, era el evento más esperado en varios meses por los habitantes de aquel barrio, por eso a nadie sorprendió observar algunos vecinos, desde muy temprano, con sillas, reposeras y paraguas (por las dudas), instalándose alrededor de la canchita de la plaza, devenida en estadio monumental en la fantasía de más de un fanático.
A eso de las doce y treinta escuchaban cómo se amplificaba el sonido de bombos, platillos y redoblantes, y un canto que a medida que se acercaba se develaba: “¡boronbombóm, boronbombóm, somo el Olímpico, el más campión!”.
En una columna interminable de niños, hombres, mujeres con cochecitos y hasta algunos perros flacos y sarnosos que los persiguieron las poco menos de veinte cuadras que los separaba de sus hogares, los de la villa se situaron sobre el lado que daba a la calle Moreno, portando banderas, carteles y hasta gorros tejidos con los colores que identificaban al club de su barrio: rojo y celeste; los hinchas del club Olímpico de la villa decían que el rojo era por la sangre que dejaban en la cancha y el celeste…porque era el color de su fachada desde siempre contaban los más viejos, gracias a que uno de los fundadores donó una lata de veinte litros de pintura celeste en un acto de total desprendimiento, no sin antes aclarar qué, tanto él como sus descendientes serían “ socios vitalicios para toda la vida”.
Los locales, Club social y deportivo Atlanta, no se quedaban atrás, parapetados en los tres lados restantes del rectángulo, no tardaron en responder como un eco: “¡boronbombóm, borombonbón, el que no salta, es un cagón!”. Marta escuchó cuando su marido le comentaba a don Tito, -Acá se va a armar quilombo-
Cuando los jugadores del Olímpico llegaron en un micro escolar, el Nabo y su plantel ya estaban en la cancha practicando penales, con apenas un plato de fideos sin nada como almuerzo, por estrictas indicaciones del técnico, no sólo los consumía un hambre de gloria en esos momentos. Su mayor lujo eran unas camisetas conseguidas, no se sabe muy bien de qué manera por uno de los dirigentes con los colores del club: azul y negro. Estaban hermosos, todos igualitos, el único inconveniente era la inscripción delantera: SOMET (esto no les preocupaba, ya que si preguntaban sería la marca de su mejor auspiciante), pero en la posterior se repetía en todas el número ONCE y el apellido de un mismo jugador: CANIGGIA. De todas formas el Atlanta era el mejor vestido esa tarde, y si fuese de noche, se hubiese iluminado con los flashes que intentaron eternizar el histórico encuentro.
A último momento, bajo una intensa silbatina, que en un tácito acuerdo, locales y visitantes cambiaron por los cánticos, hizo su aparición el árbitro con una pelota impecable bajo el brazo y los jueces de línea, todos de riguroso negro. Desde un lateral se escuchó el grito del carnicero del barrio, padre del “Oso”:- ¡Más te vale que cobrés bien, sino te achuro!
El partido arrancó con diez minutos de retraso y desde el comienzo se perfilaba una lucha denodada por la posesión de la pelota. Aunque Olímpico comenzó mejor parado ganando espacios por los costados, Atlanta reaccionó rápidamente y cuando el contrario empezó a bajar su ritmo, en el minuto veintisiete, un remate de Roman al primer palo marcó el primer gol en un grito multitudinario que se escuchó a varias cuadras de allí. El tanto marcó un antes y un después en el partido, más relajados los locales se agrandaron, mostrando una seguridad que tranquilizaba a sus simpatizantes. Marlon, con todas las pilas, dejaba un surco sobre la desdibujada ralla que el día anterior reafirmaron con cal y el técnico del Olímpico gritaba al tres - “¡ Moncho, paralo al once, paralo!”. -,-“¿Qué me decí gil, si son todo once?”-, respondía un Moncho cada vez más desorientado. Mientras tanto el carnicero le indicaba a su hijo que en el entusiasmo se alejaba del arco:-“¡Oso! ¡No te pongas a dos metro!-
Poco antes de finalizar el primer tiempo y ante una distracción de la defensa, un jugador de Olímpico se acercó de forma peligrosa gambeteando casi burlonamente a tres defensores que no pudieron con él, cuando el “Oso” lo vio venir, sin dejar de mirar la pelota, tratando de cubrir el máximo posible del espacio abrió sus brazos y piernas, con tan mala suerte que no pudo detener el trayecto de la misma cuando limpiamente pasó entre sus rodillas… El autor del gol fue a buscar el balón al fondo de la red y empezó a correr buscando la mirada de sus compañeros que acudieron a abrazarlo, luego se acercó a la alambrada donde estaba la hinchada contraria y con ambas manos envolviendo su entrepierna les gritó --“¡GOOOOOOL!”. Este imprudente acto enardeció a los fanáticos que desaforados se abalanzaron y derribando la frágil barrera que los separaba comenzaron a perseguir al pícaro goleador mientras el referí se amorataba pitando estrepitosamente tratando de controlar la situación. La cancha se convirtió en la sede de una batalla campal que sólo se apaciguó cuando llegaron los refuerzos policiales y se llevaron detenidos a los más revoltosos.
A la semana siguiente Atlanta y Olímpico reclamaron ante la Liga los puntos del partido, exponiendo cada cual su argumento.Después de muchas deliberaciones los jueces de la Liga respondieron con una nota que decía lo siguiente:
“Informamos a los Clubes Olímpico de Villa Lamosca y Club Social y Deportivo Atlanta de Malvinas Argentinas que por unanimidad se ha decidido suspender vuestra participación en la Liga de Interclubes Barriales del Sur. Ante los hechos acaecidos el pasado domingo, considerando inapropiada, extremadamente provocativa y peligrosa la actitud del jugador del Olímpico y el artilugio utilizado por la dirigencia del Atlanta, tratando de distraer al rival utilizando camisetas con enumeraciones caóticas sepultadas en cementerios escondidos.”



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Dalu10 de octubre de 2015

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