Ella no sabe que ya ha amanecido
Sobre sus sienes plateadas
el sol alumbra silencios,
y el límpido celeste del cielo
por pálidas nubes surcadas
la serena en su ensueño.
Ya hace largos inviernos
que olvidó su nombre, sus hijos;
mas mira a su hombre muy fijo
y sus ojos asombrados le siguen
en sus lentas idas y venidas
mientras la atiende con cariño.
Él a veces se sorprende
al creer descubrir un destello
de amor en sus ojos vacíos;
aprieta sus yertas manos,
las siente tiernas y cercanas,
un beso sellando en sus labios.
Roza con dulzura su frente
y despeja con sus dedos
la mecha rebelde de pelo
que siempre le cae en cascada;
ella se estremece levemente,
él recuerda la pasión del pasado.
Ella no sabe de ese ocaso
de su mente ensimismada;
mas por su carita de blanco nardo
desciende una lágrima callada
Quién sabe si también ha sentido,
quién sabe si también ha evocado