Escucha el infinito en cada canto de ave,
cómo se expande por el aire de la tarde,
y no llores más
Simplemente, déjate
llevar por la emoción del sol que arde
en su adiós de eterno retorno, rutilante
de rosado, ocre y oro, sueño del atlante
que sobre hombros ciclópeos sostiene
al mundo, cual globo, en su cielo. Siente
el saludo del ocaso ante tu alma de vate,
el universo preso en mágico instante.
Mira cómo riela por los montes y valles,
por glaciares y ríos, por arenas y mares,
alegre el corazón por el ensamblaje
de la estrella con la luna, desafiante
su arrebol en la tormenta, brillante
el arco iris cuando la lluvia se aquieta.
Escucha, siente, mira, ábrele la puerta
a la belleza, desterrados llanto y pena
por el aria de esa ave que tu aire besa.