Volví a embarcarme entre silencios,
la postrera hora de un sentimiento
que ya no alumbra más palabras,
más anclaje al verso esperanzado.
Navego con el pensamiento incierto,
vacilante vuelo de gaviota blanca,
desconcierto por la espuma parda,
en estancas aguas el desconsuelo.
Huyo cual cobarde corazón pirata
en busca del valor perdido; la soga
del destino cruel me atenaza, aciaga
mi estela, cautiva en dolor y sombra.
Busco afanosa mi tesoro enterrado
mas las tormentas barrieron mi isla
y con ella se hundió lo bien ocultado:
¿Dónde vislumbrarlo, velada mi vista?
Puede que aún titile en ese espacio
hueco del corazón, vacío de sueños;
o en hondo, profundo abismo, tragado
por vendavales gélidos, naufragado.
Para encender mis madrugadas y ocasos
preciso ser dueña de su tea, de su fulgor;
sólo así volverán a mí las mareas, canto
rompedor de silencios, de amargo desamor